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Oscar llevaba un par de días en cuidados intensivos, por la modalidad de la sala, no se podía hacer visita alguna. Carola tenía viejos recuerdos sobre esta situación, antes había conocido a Charles, Max no estaba y en ese entonces ella no había conseguido hacer que Sergio se mantuviera tan sereno como ahora el rubio sí conseguía lograr.

Ella pensaba cada vez más de forma realista sobre el divorcio, porque después de esto muchas cosas cambiarían. Incluso si Max se iba, estaba segura de que Sergio no volvería a ser el mismo y no quería ser ella quien lo obligara a estar lejos de la persona que realmente amaba, incluso si aceptarlo le seguía doliendo, así que en ese tiempo ella tampoco perdió el tiempo.

Fue asesorada por un buen abogado, ella le contó la situación, al menos lo necesario para proceder. El licenciado le señaló que bien podría pedir alguna suma de dinero a cambio, ella recalcó que lo único que quería era la separación, así que eso fue lo que se le dio. Los papeles de divorcio estaban listos para ser firmados por ambas partes, pero ella no sabía si este era el momento para hablar con Sergio al respecto, así que pensó en primero buscar la opinión de Max.

—Me sorprende la facilidad con la que Checo acepta ir a casa cuando tú se lo pides.— Dijo ella ofreciéndole un vaso de café al rubio, ambos estaban sentados en unas sillas del hospital. Max tomó el café y agradeció con una sonrisita.

—Solo es dócil porque quiere  aparentar ser fuerte por el niño. Sé que suele llorar cuando está solo.— Tomó un sorbo.

—Tú lo conoces bien ¿No? Sé que vivieron juntos durante un tiempo.— Max la miró sorprendido, ella sabía eso ¿Qué otras cosas le había dicho? —No te preocupes, sé todo lo que pasó. Sergio me lo contó.

Ella sabía todo y aun así le permitió acercarse a su familia, a su casa, quedarse con ellos, salir juntos. Algo era diferente en esta mujer y él no se había dado cuenta. Quiso hablar entonces, pero ella volvió a interrumpirle.

—Quiero pedirle el divorcio a Sergio.— Ella no miró al  rubio, de haberlo hecho se habría percatado de la cara de sorpresa que puso en cuanto la escuchó —Ya tengo los papeles listos y no pedí nada, simplemente... Yo no puedo hacerles esto.— Fue entonces que ella observó a Max, el rubio no le había quitado los ojos de encima con un gesto entre incredulidad y sorpresa —Me di cuenta de que él no me va a amar de la misma forma en la que te ama a ti, entonces no vale la pena seguir junto a un hombre que no siente lo mismo ¿No crees?— Le sonrió, era de las sonrisas más tristes que Max había visto, pero también era de las más genuinas que le habían regalado. Ella era honesta, tanto que él se sintió como un horrible persona.

La conversación se alargó un poco, ella le preguntó si era correcto avisarlo ahora o esperar, pero concluyeron en que lo mejor era hacerlo cuanto antes y así no se sintiera condicionada a estar donde no quería ni debía estar. Su preocupación por Oscar sería genuina, no solo por ser la esposa del padre del niño, así que ella se lo diría en cuanto Sergio volviera de tomar una siesta y un baño en casa.

Un par de horas después, Sergio volvió. Carola le dio tiempo para hablar con Max, el rubio había comenzado su propia investigación sobre el tema de la mala praxis. Fuera de eso, las cosas estaban en relativa calma. Justo después ella lo abordó, Max y Carola se miraron con complicidad, ambos sabían que luego de esa conversación sus vidas tomarían giros distintos, luego el matrimonio se alejó.

Max se quedó al pendiente de la situación  y no perdió el tiempo, empezó a hacer algunas llamadas, por fin cobraría la inmensa cantidad de favores que le debían, empezando por Russel. 

—Sí, necesito que me des el historial de Oscar Pérez, estuvo en el hospital hace casi un año.— Max hablaba por teléfono.

—Max, no puedo hacer eso. El historial es privado, lo sabes, solo personal de salud puede acceder.

—Yo soy personal de salud.

—Pero tú no trabajas aquí.— Hubo un silencio corto y George suspiró —Veré de enviarlo antes de salir de mi guardia.

—Gracias, doctor.

—Sabía que esa guardia me iba a costar un buen favor de vuelta.— Se rió, estaba a punto de colgar.

—Ah, otro detalle importante, amigo. Necesito los nombres de cada médico que intervino a ese paciente.

—Si quieres pídeme las joyas de la corona también.

—Lo espero.

Para cuando Max terminó su conversación se encontró solo con Sergio sosteniendo una carpeta en las manos. Estaba serio, más callado de lo normal y parecía estresado. El rubio sabía perfectamente la razón pero no quería ser invasivo, así que solo se acercó a su lado.

—¿Tú sabías que ella quería irse?— Sergio disparó apenas lo vio. Max asintió sin decir nada. —Pensará  que soy un idiota infiel.

—No.— Max le respondió y el pecoso lo miró con curiosidad —Ella piensa que eres un buen hombre, pero que tomaste elecciones apresuradas. No te pidió el divorcio porque te odie, te lo pidió porque quiere que los dos sean libres. Si debes culpar a alguien, tal vez es a mí.

Libres. Libertad. Parecía que Max amaba demasiado ese tipo de palabras. 

Sergio negó sin decir más, suspiró cansado y se dejó caer sobre el hombro del rubio. —Solo quiero que todo esto pase cuanto antes e irme a casa con mi hijo.

El más alto acarició su cabello y dejó un beso sobre él —Las cosas van a mejorar, lo prometo.

Para la noche, el teléfono de Max había recibido la preciada información que necesitaba, solo que había un problema y George no  dudó en recalcarlo.

"Buenas noches, doctor. Creo que este es el hijo del chico que daba su servicio en oncología pediátrica, toda la información está, pero revisé  y dice que tiene una  intervención vascular en este hospital hecha por mí, cuando honestamente yo no he hecho intervenciones aquí porque no tenemos el equipo."

A Max le molestó muchísimo esa nota, algo estaba mal, peligrosamente mal. Revisó el documento enviado y era tal como George decía, el último registro subido por el hospital reportaba una implantación de marcapasos en sistema pediátrico, que para continuar, estaba a nombre de George Russel. Max sabía que él no le estaba mintiendo porque era consciente de que no tenían el equipo necesario y sobre todo, no le había dado detalles a él como para que tuviese la necesidad de cubrirse de algún error. 

Alguien había manipulado esa información, probablemente la misma persona que implantó el dispositivo, y si estaba en lo correcto, definitivamente eso no era un error de novatos, sino un acontecimiento completamente a propósito.

Peacemaker | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora