34

1.7K 286 77
                                    

AVISO: Este capítulo contiene narraciones sexuales gráficas.

Poco a poco se perdió en ese beso y sin querer terminó enredando los cabellos oscuros del más bajo entre sus dedos. Le atrajo hacia él y terminaron uno sobre el otro en el sofá, los muslos de Sergio rodeaban la cadera del rubio y los brazos del mismo hacían que sus cuerpos se unieran tanto como fuese posible. Se estaban acalorando, ambos.
Las manos de Sergio acariciaban el pecho y cuello de Max y el rubio paseaba sus dedos por toda la espalda del mayor.

Un jadeo se escapó, luego otro y otro más poco después.
No era correcto pero se sentía tan bien.

Las manos del rubio se deslizaron por el reborde de la camiseta de Sergio y comenzaron a tocar directamente su piel. Era cálido, suave, olía rico y casi podía sentir cada poro de él erizarse.

No era correcto, pero Sergio ya le dejaba saber su necesidad en cuanto le importaba menos respirar, prolongaba los besos tanto como podía hasta que debía forzarse a retomar el aliento.
Sintió una corriente eléctrica recorrerle el cuerpo cuando las frías manos de Max le tocaron la piel en su espalda y cómo justo después rodeaban su cintura de forma tan imponente que se sentía frágil entonces.

Max dejó de besar sus labios y se abrió paso hacia el cuello del pecoso, no dejaba de acariciar cada centímetro de piel que podía y se sentía bien escuchando los soniditos que Sergio dejaba escapar de sus labios. Dejó un beso tras otro, eventualmente tiraba con suavidad y sentía entonces cómo los dedos del moreno se enroscaban en su cabello en un intento por no hacer demasiado ruido.

De la cintura, las manos de Max bajaron al trasero del mayor. Siempre había sabido que era de un buen tamaño pero sentirlo ahora era diferente. Estaba fascinado, así que apretó un poco y sosteniéndole bien, dejó a Sergio en el sofá colocándose sobre él, no quiso detenerse a mirar porque no podía contenerse, así que fue directo a deshacerse de la ropa que estorbaba.
La camiseta larga de Sergio le daba una imágen exquisita, así que simplemente retiró la ropa interior debajo, dejándole desnudo de las caderas hacia abajo.

Max se retiró un poco para quitarse la playera y Sergio no desaprovechó la oportunidad para dejar algunos besos en su pecho y hombros, por supuesto, también empezaba a deshacerse de sus pantalones.

—¿Podemos subir?— Max susurró pero Sergio negó.

—No creas que estaremos así tanto tiempo.— Le sonrió de una manera que jamás había visto pero que era tan sensual en todo sentido.

Jamás había visto esa faceta de Sergio, ni siquiera imaginaba que en ese sentido pudiera ser juguetón, pero ahí estaba, prácticamente retandolo con una sonrisita que a Max no hacía más que prenderlo.

Así que volvió a besarlo, esta vez fue deliberadamente agresivo y Sergio le siguió el ritmo. De verdad estaba impactado por la manera tan lasciva de alguien que había visto adorable todo el tiempo, pero eso no le detuvo.
Sus manos acariciaron la creciente erección del moreno y le obligó a soltar un gemido que ahogó mordiendo su labio inferior.
Sergio jadeaba y en cuanto podía no despegaba la mirada de los ojos de Max.

Muchas cosas eran diferentes. El azul brillante del rubio ahora era un océano profundo y misterioso que podría consumir a cualquiera, y los ojos de cachorro de Sergio, que reflejaban cariño siempre, ahora brillaban deseosos de más. Ambos cuerpos se acompasaban movimiento a movimiento y pronto conectaron tan bien que no parecían querer detenerse ya.

Max seguía tocando a Sergio sin dejar de besarlo y se detuvo un momento solo para obligar al pecoso a humedecerle los dedos. Esa miradita lasciva del de pecas lo descontrolaba, quería prepararlo pronto para poder entrar cuanto antes, así que acarició su entrada siendo sutil primero, debía acostumbrarse a él con cuidado o lo lastimaría y no quería eso.

Peacemaker | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora