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Un nuevo día había iniciado y el tiempo avanzó junto con el resto del mundo. Para bienestar de Sergio y compañía, habían recibido la noticia de que Oscar estaba mejorando poco a poco y por ende, el moreno podía ir a visitarle por fin luego de una semana entera de no poder verlo.

El servicio y las clases habían seguido su curso, Sergio seguía yendo al hospital y eventualmente se topaba con Max pero no el tiempo suficiente para ofrecerle disculpas como quería, así que solo se limitaban a una sonrisa y un saludo. Las clases en la universidad también se habían hecho más amenas tomando en cuenta que ya estaban prácticamente a unos días de cerrar el ciclo escolar y en la escuela de Oscar los niños seguían preguntando por él, así como sus maestros.

—Carlos me dijo que hoy va a visitar a Oscar por fin.— El rubio estaba ayudando a su profesor a recoger algunas cosas cuando la clase ya se había retirado, sus amigos le esperaban afuera —Me alegra mucho que ya pueda verlo.

—También estoy muy feliz.— Un suspiro se escapó de labios de Sergio e hizo una pausa para mirar al joven —Sé que quieres venir, pero mi horario es una excepción y no puedo colarte, pero puedes verlo mañana.— Sabía lo importante que su hijo se había vuelto para él, lo mucho que lo quería, negarlo sería una tontería —Hablaré con tus profesores para que tengas libre temprano y puedas ir.

A Charles se le iluminaron los ojos. Esos cansados ojitos claros que se habían opacado recuperaban su brillo característico, aquel brillito juguetón y deslumbrante. Asintió con energía y una enorme sonrisa en el rostro. Por supuesto que iba a ir, no se lo perdería por absolutamente nada del mundo.
—Gracias, Sergio.

—El amor no se agradece, Charles.

Con el ánimo recuperado, el rubio salió del aula dándole alcance a sus amigos, quienes inevitablemente notaron el cambio repentino de actitud de su amigo y, aunque desconcertados, sintieron alivio y tranquilidad al verlo por fin tan alegre.
Sergio los vio alejarse con una sonrisita tranquila. Las cosas parecían irse ordenando de nuevo y, aunque nada estaba seguro, aquellas pequeñas esperanzas le llenaban de positivismo. Tenía una oportunidad de vivir en paz, iba a aferrarse a ella con todas sus fuerzas y para eso debía mantener a salvo a su hijo.

La tarde cayó y con ella los servicios de Sergio se hacían presentes.
El azabache condujo hasta el hospital y estacionó, llevando consigo una mochilita con algunas cosas y el dinosaurio favorito de su hijo, que ocultó muy bien en su mochila o terminaría inquietando a sus pacientes y no quería tener que decidir entre dejarlo con ellos o llevarlo con Oscar, pero para su buena suerte apenas entrar se topó con Max. Tenían una manía con chocar entre sí.

—Sergio— El rubio reaccionó sosteniendo al más bajo del brazo, no era necesario, pero es un reflejo natural. Le sonrió suavemente.

—Ah, doctor Verstappen, que bueno que lo veo.— Soltándose sin ser grosero, buscó entre sus cosas al dichoso dinosaurio de peluche —Necesito que me haga un favor. Bueno, otro.— Resulta que el que Sergio pudiese visitar a su hijo y quedarse con él por la noche era todo gracias a Max.

—¿Ajá?
Y justo después estaba sosteniendo un juguete y una mochila infantil.

—Perdón, si los niños lo ven querrán quedárselo y con la pena no puedo hacer eso.— Comenzó a alejarse a prisa, se le hacía tarde —A las 8, ya lo sabe.—
A las 8.
Max volvería a ver a Sergio a las 8.

...

Oscar estaba dormido, su carita lucía tan cansada por culpa de los agotadores días anteriores pero verlo descansando le traía mucha paz a su padre. Llevaba un par de minutos de pie en el marco de la puerta, incapaz de avanzar porque una parte de él se sentía soñando todavía. Su hijo estaba frente a él, dormido como si nada le afectara y casi quiso llorar.

—Debería entrar, Sergio. Él lo necesita todavía.— Max le había sorprendido obligándolo a pegar un saltito de impresión, se acercó lo suficiente para darle las cosas que le había entregado antes.

—Gracias doctor.— El rubio asintió y fue entonces que Sergio por fin fue al lado de su hijo.

Quiso tomarlo en brazos y apretarlo con todas sus fuerzas pero sabía que eso era imposible ahora, así que solo le acarició la frente y apartó unos cabellitos para poner un beso ahí, gesto suficiente para que Oscar despertara.

—Papi...— Esa vocecita débil le regresaba la vida al mayor, que rápidamente sujetó la manito del niño acariciando con ternura su carita.

Mi amor— Más caricias. Le estaba costando la vida no llorar —Te extrañé muchísimo.

—Papi, quiero irme a casa.— El niño no se veía particularmente triste pero estaba lógicamente agotado.

—Lo sé, lo sé. Yo también quiero que regreses a casa pero todavía no se puede.

—¿Por qué no?— Sergio no le respondió de inmediato, no sabía qué decirle y esa señal solo era el inicio de un 'why moment' que temía no saber resolver.

—Porque tu cuerpo aún es muy débil para estar afuera.— Max, quien los había estado observando desde el umbral de la puerta, ahora avanzaba a la orilla de la cama para revisar el monitor del niño. Era suave al hablar.—Así que como no puedes irte, trajimos a tu papá.

Oscar rió suavemente y fue la más preciosa melodía para su padre.
—Es el doctor Max. El doctor Max me gusta mucho.— Miró a su papá —Siempre viene conmigo y me cuenta cosas y podemos platicar cuando no me quedo dormido y también viene por las noches para que no tenga miedo.

El pelinegro miró al médico y este último evadió encontrarse con él retomando sus notas sobre el menor.
Sergio se sentía feliz, no esperaba para nada que el doctor Verstappen fuese un hombre con tal calidad humana pero ahí estaba, siendo delatado por un niño.
—Gracias, Max.

Y dicho solo asintió en respuesta.
—Volveré después, tengo que hacer mi ronda.— Y salió de la habitación.

De no ser por el increíble momento con su hijo, lo que había descubierto entonces habría rondado por horas en la cabeza de Sergio, pero estuvo demasiado ocupado en darle todo su afecto y atención al niño, en hacerle sentir feliz y que supiera que su papá no lo había abandonado, que era imposible que eso pasara.

•••

Hola a todos, soy Arth, el escritor de esta historia que tienen en sus pantallas.

Bien, quería irrumpir una vez más para traer a consulta algo.
He visto que este fic está teniendo muchos capítulos y honestamente todavía no estamos en el punto máximo de la historia, todavía tenemos algunas cosas que explorar para llevarnos al nudo de todo lo que se ha ido construyendo.

Quisiera saber sus opiniones sobre si dividir la historia en dos "libros" (he visto que así los llaman) o continuar en este aunque acabemos con 40 capítulos (o más, jeje).

Por favor háganmelo saber por medio de comentarios, sé que es extraño que activamente les pida que interactúen pero no quisiera tomar una decisión que no sea cómoda para todos, sobre todo porque todavía no tengo claro nada al respecto.

De antemano gracias. Me alegra mucho que existan personas leyendo lo que escribo. Muchísimas gracias a todos. 💜

Peacemaker | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora