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El mundo daba vueltas alocadamente, en los medios locales se leía la noticia de que el médico mayor de los Verstappen volvería a tribunales por una contra demanda que se había presentado en tribunales hacia un par de días. Estaban listos para pelear hasta que Max estuviera fuera, ya había pagado suficiente por delitos que él no había cometido, todo mundo estaba harto, sobre todo Max, quien apenas era reintegrado a su celda común luego de semanas de recuperación.
No obstante, debían pasar todavía algunas semanas para acordar citas y llegar a alguna fecha de sesión, pero a este punto eso era lo de menos.

Los días pasaban y del lado de Sergio, la relación con Carola empezaba a tomar formas más consistentes. Ella parecía cada vez con mayor expectativa, incluso había mencionado algo sobre llevar a Sergio a conocer a sus padres, haciendo que el pecoso casi se ahogue con su propia saliva. Ella no era tonta, entendía esa falta de compromiso de Sergio, pero dentro de ella todavía se convencía de que algo podría cambiar con el tiempo.

Oscar crecía considerablemente, su cumpleaños sería pronto, era obvio que se emocionaba cada día más, y aunque Sergio lo notaba un poco reservado entre ratos, asumía que se trataban de cambios propios de su edad, después de todo, poco a poco dejaría de ser el pequeño que era para empezar a convertirse en un caprichoso y complicado adolescente, le aterraban las peleas que podrían salir de eso.

—¿Me llevo a Oscar a casa? Dijiste que hoy irías por su regalo, supongo que necesitas tiempo.— Carola tomaba su bolso de la mesa mientras esperaban al niño, era hora de ir a la escuela.

—De todos modos salgo tarde, así que sí ¿Llevan todas sus cosas?— Sergio terminaba una taza de café recibiendo un asentimiento de la mujer —Bien, entonces cuídense mucho.— No hubo beso ni nada, ella ya se había acostumbrado a esa dinámica.

Hay cosas que por más que se muevan, no cambian, y Oscar todavía era tan indiscreto como él mismo sabía.
—Cari ¿Por qué mi papá no te besa como a papá Max?

—¿Papá Max?— Ella iba conduciendo y miro rápidamente al niño por el espejo —¿Quién es papá Max?— Algo le decía que no preguntara pero igual lo hizo.

—Pues papá Max era mi otro papá, solo que un día se fue, hace muchas semanas. Creo que al final no le agradaba tanto.— Le partía el corazón ver la carita de decepción de Oscar, pero también le partía el corazón pensar en lo que decía. Ella ya sabía que el cariño de Sergio no le pertenecía por completo, pero no llegaba a concebir una situación mínimamente parecida. Muchas cosas iban tomando sentido entonces.

Y por supuesto, no se quedó solo con eso. Fue bastante lista al hablar con Oscar, preguntó muchas cosas y terminó enterándose de la vida que tuvieron por un tiempo y de la inusual y pequeña familia que habían formado. Sergio, a palabras de Oscar, no sonaba para nada como el que ella podía ver a diario.
No iba a mentirse, se sentía celosa.

Esa misma tarde muchas cosas sucedían simultáneamente. Carlos trabajaba de un lado a otro, mientras la corte decidía el establecimiento de una fecha de sesión para juicio, Max esperaba una respuesta, Carola daba la clase y secundaríamente mantenía el pensamiento en la conversación con el niño, Sergio también trabajaba.

El pecoso siempre estaba enfocado en su trabajo, sin embargo, esa tarde hizo tanto que ni siquiera revisó el teléfono hasta el momento de su salida y casi quiso vomitar. Un mensaje de Carola le avisaba que habían ido urgentemente al hospital a causa de Oscar, así que Sergio se dirigió hacia allá.
Había pasado una hora, se sentía fatal, su hijo llevaba una hora en el hospital y él no lo había notado.

Apenas llegó entró corriendo a urgencias, ahí se topó directamente con Carola, ella le abrazó.

—Se puso mal en clase. De repente no podía respirar y sudaba mucho, intenté ayudarlo pero teníamos que venir pronto.— Sergio no le ponía tanta atención, buscaba a alguien que pudiera decirle algo, una noticia, cualquier cosa.

Pero nadie aparecía. La gente le rodeaba pero nadie lo notaba, ni su estrés o desesperación, se sentía agotado pero necesitaba seguir de pie. Carola logró hacer que se sentara y sostenía su mano entre las propias mientras el mexicano observaba impaciente en todas direcciones.
Nadie decía nada.

Los minutos pasaban y se sentían eternos, con cada persona que salía o entraba por esas puertas, Sergio se tensaba esperando algo, pero no conseguía nada. Se sentía solo, estaba agobiado y la mano que le sostenía realmente no significaba mucho, pero valoraba el intento.

Fue hasta que un médico atravesó la puerta con una placa metálica de notas en las manos, voceó su nombre, "Señor Pérez", y luego una seña de que por favor le siguiera hacia adentro.
La cara de Sergio hacía evidente su miedo, volteó con Carola y ella solo asintió diciéndole que todo estaría bien.

El pecoso caminó adentrándose al hospital que parecía hacerse más oscuro conforme avanzaba, su única referencia era la blanca bata del médico que le guiaba. De repente llegaron al ala de pediatría, la conocía perfectamente pero ahora se veía tan diferente a antes y eso le daba miedo.

Se detuvo en seco al llegar a una habitación y casi siente que se queda sin respiración al observar por la ventana que mostraba el interior, a su lado, el médico le señalaba a su pequeño hijo postrado en la cama. Estaba dormido, una máquina conectada le ayudaba a respirar suministrándole oxígeno, en su bracito izquierdo unos tubos depositaban algo directo a su sangre. Y Sergio se quiso morir otra vez.

—Está estable, pero no está bien, Señor Pérez.— Ricciardo miró al más bajo, este seguía con la mirada clavada al frente —Su diagnóstico fue tardío y sus cuidados no son adecuados, me temo que es solo cuestión de tiempo para...

—¿No se puede evitar?

Hubo un momento de silencio en el que el tiempo pareció detenerse por completo.

—No. Ya no se puede hacer nada.

Sergio realmente quería morir.

Peacemaker | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora