Cruce de talentos

Lawan

—9—

Después de un fin de semana algo ajetreado entre cajas, maletas y montaje de muebles, me paro un segundo a observar el cartel de Lobby Factory adornado por esa cenefa roja y verde.

Quedamos con Nam que hoy en la reunión, le expondríamos a Seul nuestras dudas sobre Friend y no sé cómo va a tomárselo.

—Chicas, tenemos que tomar una decisión importante porque hay alguien más que quiere participar en la serie —comenta el jefe de repente, sorprendiéndonos.

—¿No será por casualidad otra voluntaria para uno de los papeles lésbicos? —pregunta Nam emocionada por la opción.

—Pues sí.

—Eso nos viene francamente bien, Seul, porque no acabábamos de ver claro el papel de Friend como gobernadora —le suelta sin anestesia.

—¿Quién es? —quiero saber, interrumpiéndolos.

Porque no quiero hacerme ilusiones y puede que su nueva propuesta cuadre menos aún con nuestras expectativas.

—Sarocha.

—¿Freen? —suelta Nam un poco descompuesta—. Pero, ¿eso te lo ha dicho ella o es una idea tuya?

Sus dudas me confunden más a mí, porque Nam es su mejor amiga y no sabía nada de esto y porque me pareció intuir en nuestra conversación, que Freen jamás se prestaría a un papel de esta índole dada su experiencia pasada.

—Fue una idea mía que le pareció interesante —nos aclara él.

—O sea, que no te ha dado una respuesta —sentencia Nam.

—No, pero creo que tiene intención de aceptar.

Mi nueva amiga se mantiene un segundo en silencio, sopesando algo, antes de volver a hablar con mucha más seriedad.

—Seul, ¿crees que todo esto será bueno para ella? —pregunta Nam midiendo muy bien sus palabras y mirándome de reojo.

Me considero una persona lo suficientemente perceptiva como para entender que ahora mismo sobro en esta conversación, que necesitan cierta intimidad para continuarla, así que me hago a un lado, permitiéndole ese espacio.

—Chicos, voy un momento al baño —les indico, saliendo con cierta prisa, ya que no se me da muy bien afrontar estas situaciones incómodas.

Mientras hago tiempo por los pasillos de la productora, me la encuentro sentada en una de las butacas de la sala de descanso con el móvil en la mano y entro sin pensar siquiera en lo que estoy haciendo, con una valentía desconocida o animada por toda la nueva información que sé sobre su persona.

—Parece que los famosos sí que tenéis tiempo libre.

—También los escritores —contraataca Freen sin levantar la vista de su teléfono—, y llevar las redes sociales es otra parte muy importante del trabajo. Ojalá estuviera en la playa.

Me veía incapaz de plantearle la cuestión, pero de repente, veo la luz en su aportación y me lanzo de cabeza.

—Bueno, si trabajaras en la nueva serie, grabarías en la playa —le comento como si nada—; hay algunas escenas allí.

Me mira por fin, frunciendo el ceño y dejando el teléfono a un lado.

—¿Seul ha hablado contigo?

—Nos ha comentado la propuesta que te ha hecho.

—Ya veo —asiente con seriedad—. No creo que me convenga aceptar esa propuesta, Rebecca.

—Y eso, ¿por qué? ¿Tanto apuro te da besar a una mujer?