Mamá Tee

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—Tu novia es una diosa —se burla Irin.

No puedo reprocharle nada pues es una verdad absoluta y me siento realmente afortunada de tenerla conmigo.

El pasado fin de semana consiguió recargarme entera y gracias a ello, he podido soportar mejor las pocas horas que he tenido para verla esta locura de semana.

Cinco largos días preparando este concerto, ultimando detalles y con los nervios a flor de piel, pero ha merecido la pena.

—Deja de mirarla de esa forma —le advierto.

—Uy, ya le ha salido la parte territorial —me acusa riendo—. Pues tienes una larga cola de mujeres a las que enfrentarte. Ha llenado todo el teatro. La adoran.

Paseo la vista por el lugar y todavía me sorprende la cantidad de gente que ha venido a verla cantar esta noche.

Un grupo de chicas no para de gritarle cosas y pese a que no acabo de entender lo que dicen desde esta distancia, me alegra saber que la cultura tailandesa no acostumbra a ser irrespetuosa.

Si estuviera en cualquier otro lugar del mundo ya habrían hecho un sinfín de comentarios impertinentes frente a su vestido corto lleno de brillantes.

Por favor, es que es un espectáculo andante.

—Voy a por un par de bebidas, que siento que sobro hasta desde esta distancia, primita. Deberías dejar de observarla tú de esa forma, que la has desnudado ya un par de veces.

Achino los ojos y pongo la cara más seria que tengo en advertencia a sus impertinencias y se marcha riendo hacia la barra más cercana.

Vuelvo a enfocarla y me pierdo durante un largo rato en su forma de moverse, en esa seguridad que desprende, en su chulería; algo que no suele sacar a menudo, pero con lo que consiguió conquistarme sin duda.

En un momento dado, sus ojos me encuentran y me regala una sonrisa encantadora que yo le copio enseguida.

Siento una presencia a mi lado y no me molesto ni siquiera en girarme hacia mi prima por no apartarme de ella.

—Es que es impresionante —le digo sonriendo aún como una idiota.

—Sí, lo cierto es que Freen siempre destaca en todo lo que se propone.

Me giro de repente porque esa no es la voz de Irin y me la encuentro con la vista clavada en el escenario.

—Eh, buenas noches señora Chankimha —la saludo muy nerviosa haciendo el gesto wai—. No sé si me recuerda, soy Becky.

Pero sigue sin mirarme e ignora mi gesto a conciencia, por lo que vuelvo a incorporarme algo dudosa.

—Sé quién eres —dice encarándome por fin—. El intento de escritora que está poniendo en duda la integridad de mi hija.

Trago saliva nerviosa pues intuyo hacia dónde se quiere dirigir y no sé si estoy preparada.

—Voy a decirte algo, Armstrong. Freen no es como tú. Ella es una chica decente, con mucho talento, inteligente y entregada. Quizá la eduqué demasiado bien y por eso tiene la necesidad de no herir los sentimientos de nadie, como debe pasarle contigo. Pero que tenga educación no la convierte en lo que buscas que sea.

Noto la rabia recorrerme el cuerpo porque no quiero interpretar las cosas mal y lo que estoy captando de todo esto, no me está gustando nada.

—Lo siento, no sé a qué se refiere.

—No me intentes ver la cara de idiota —suelta con dureza—. Si tu familia te deja comportarte como una cualquiera es su problema. Mi deber como madre es seguir manteniendo a Freen en el camino correcto y que no se junte con gentuza como tú que solo quiere dañarle la imagen. Suficiente con que esté fingiendo ser una pervertida dentro de esa serie, no me gusta nada, aunque todas hemos hecho cosas odiosas por trabajo. Pero no va a venir una degenerada como tú a vender mentiras sobre ella ni a alimentar los rumores que inventan un grupo de fanáticas locas. No creas que te lo voy a permitir.

Cruce de talentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora