Juntas pero separadas

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—25—

    Creía que iba a ser una siesta rápida, pero cuando vuelvo a abrir los ojos el cielo está demasiado oscuro para seguir siendo de día.

    Me sorprende escuchar voces en el salón, así que me aseo un poco y salgo despacio, a la expectativa.

    Me encuentro a Freen riendo frente a su teléfono en el sofá. Desvía la vista un momento hacia mi posición y vuelve a enfocar la pantalla con rapidez.

    —Ya estoy aquí, ¿me has echado de menos, Sarocha? ¿Has cuidado a mi gente?

    —Sí, sí, me he portado genial, Nam, solo he contado alguna batallita de las nuestras.

    —Y, ¿por qué está todo el mundo tan alterado?

    —Ni idea, estábamos muy tranquilos —comenta ella con cierta indiferencia.

    —Freen, ¿qué has mirado con esa sonrisita? ¿Hay alguien contigo? ¿Es Heng? ¿O Becky? —escucho leer a Nam—. Sarocha, ¿me explicas esto?

    Mi cara es todo un poema, o yo estoy todavía muy dormida o el fandom es paranoico a más no poder. Ha sido una milésima de segundo, por dios. Y ni siquiera me ha sonreído.

    Está luchando por aparentar tranquilidad, lo sé.

    —Ahora vengo—suelta, haciendo una mueca interesante.

    —Sarocha, vuelve aquí ahora mismo y cuéntame qué estás escondiendo.

    Me coge de la mano y me aleja por el pasillo.

    —Vas a cabrear a Nam —le susurro divertida.

    —Ha sido un segundo, solo uno —contesta sorprendida.

    —Lo sé. Son un grupo de detectives privados encubiertos.

    Suspira un poco frustrada y me enfoca de nuevo.

    —¿Te importa si le digo que estás aquí?

    Miro por un momento mi teléfono comprobando la hora y veo con sorpresa que son las once de la noche. Que me ha dejado dormir hasta ahora.

    —Sí y ¿qué hago en tu casa a estas horas, con un catarro descomunal? —le rebato.

    —Puedo estar siendo una buena amiga —contesta encogiéndose de hombros.

    —Ya nos shippean sin saber de esto, imagínate el revuelo que causaría. Inventate algo, Freen, pero vuelve ahí antes de que Nam se presente en tu casa para comprobarlo por ella misma.

    —Vale, me libraré de ella, pero no aparezcas más que me distraes.

    La veo volver al salón y de camino coge una botella de agua como si esa hubiese sido la excusa de su huída precipitada.

    —Explicación Sarocha —insiste Nam.

    —¿Tenía sed?

    —Te he escuchado hablar con alguien.

    —Eso es imposible —contesta riendo—. Significaría que tienes superpoderes y no sé si me gusta la idea.

    Decido tentar a la suerte y reaparecer por el salón. Esta vez, no me quedo plantada en un lateral, sino que camino por detrás del aparato hasta sentarme en uno de los extremos de la butaca situada enfrente de la actriz.

    Sus ojos se desvían de nuevo y yo le devuelvo una expresión divertida, a expensas de escuchar su versión.

    —¿Es Heng? ¿Habéis quedado sin mí?

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