Esconderse

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En la productora, me han esperado hasta estar totalmente recuperada y eso se ha alargado unos días más de los que planeaba.

Pese a que no teníamos previsto grabar ninguna escena con Freen, sí que debíamos hacer una sesión de entrenamiento con Tam, la coach, para preparar el desenlace de Jai y Lawan. 

Seul quiere que la despedida quede perfecta y por supuesto yo también. Algo a la altura de la intensidad que le hemos regalado a los personajes.

    Tengo que agradecerle a Irin que haya sido un apoyo constante estos días, pues desde que volví del apartamento de Freen, no he parado de darle vueltas a la cabeza.

    La comodidad de ese fin de semana fue demasiado chocante. Debía sentirme fatigada, exhausta y físicamente hundida, porque no recuerdo haber pasado un catarro de esas dimensiones en mucho tiempo, pero ella lo transformó todo con una facilidad que me asusta. Como si tuviera la llave para manejarme a su antojo, cosa que no me gusta en absoluto.

    —Buenos días, Becky —me saluda Tam entrando a la sala—. Me alegra ver que estás mejor.

    La sigue de cerca Freen, quien me dedica una tierna sonrisa cuando me enfoca.

    —Hola Rebecca.

    Su tono nasal me sorprende, aunque contrasta enormemente con su energía. Supongo que esa congestión solo puede ser culpa mía.

    Les sonrío en respuesta y mientras Tam prepara algunas cosas, me acerco a la actriz.

    —Parece que tú también has caído —comento sintiéndome un poco responsable.

    —Sí, debí haber fumigado mi casa cuando te largaste el domingo, dejaste demasiados virus sueltos por ahí —responde divertida.

    —Eso es que eres una floja, Sarocha.

    Me mira achinando los ojos dispuesta a rebatirme, pero Tam nos interrumpe.

    —Reservad las energías para el ejercicio —comenta con suavidad—. Necesito que tengáis los sentimientos a flor de piel.

    —Preparadas para llorar. ¡Qué apetecible! —suelto con un suspiro frustrado.

    Tam sonríe ante mi pesimismo y procede a explicarnos la situación. Nos pide que intentemos centrarnos en un sentimiento de frustración que hayamos experimentado recientemente.

—Pensad que en la escena vais a estar despidiéndoos de alguien a quien no queréis soltar. Es el mismo caso para ambas, da igual la situación independiente de cada una. Debe ser así. Os sentís frustradas y heridas, pero no podéis culparos entre vosotras, sino a las circunstancias.

No sé en qué se debe basar Freen, pero yo tengo muy claro y reciente ese sentimiento.

Aunque la actriz ha seguido escribiéndome estos días para saber cómo me encontraba, no puedo obviar que lo está haciendo en calidad de amiga y a mí, esa es una palabra que me retumba demasiado en el pecho.

Se supone que estamos sentadas en la terraza de la habitación de hotel de Jai. Después de la reconciliación, Lawan se quedó a pasar la noche con ella.

—Vale chicas, es la mañana siguiente. Noche de pasión y ahora toca la despedida. Vamos a por ello.

    Cierro los ojos y me meto en el papel, tratando de absorber las emociones de Jai.

—Gracias por insistir en buscarme, Lawan —le digo con cierta seriedad—. Me alegro de no haberme marchado sin despedirme.

—¿Por qué tengo la sensación de que ahora sí te estás despidiendo?

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