—38—
Aprieto el botón al máximo para conseguir que mi coche acabe pasando primero por la línea de meta, pero el personaje de Richie me sigue de cerca.
—Vamos, vamos, solo faltan diez metros —susurro animando al pequeño Yoshi.
Escucho mi teléfono sonar de fondo y ahora mismo no me importa en absoluto quién sea.
—Te llaman —apunta mi hermano, tratando de distraerme.
—Voy a darte una paliza, esto es algo épico —contesto con una sonrisa—. Cualquier otra cosa puede esperar.
Después de unos segundos, el coche atraviesa la meta y Richie tira su mando de cualquier forma en el sofá, suspirando frustrado.
—No sé cómo sigues convenciéndome para jugar al Mario Kart —se queja—, ¿disfrutas dejándome en ridículo?
Antes de poder decir nada, el teléfono vuelve a sonar con insistencia, y Richie que está más cerca, lo coge y contesta.
—¿Hola?
—¿Quién es? —le pregunto en un susurro.
—Sí, sí, está aquí conmigo. ¿Quién le digo que eres?
Me mira un segundo sorprendido, antes de devolverle la atención a su interlocutor
—¿Freen de Freen Sarocha Chankimha?
Tras oír eso, me empeño en quitarle el móvil de una vez por todas.
—Dame el maldito teléfono, Ricardo —le ordeno cabreada.
Pero su manía absurda de hacerme rabiar, conlleva que coloque un brazo en mi cabeza frenándome e impidiendo que me acerque.
—Soy su hermano Richie, un placer —comenta como si nada— y ahora te la voy a pasar que está de un humor de perros y no quiero que me muerda.
Se lo arranco literalmente de las manos y antes de decir ni una sola palabra, me encierro en mi cuarto lo más lejos posible de su alcance.
—¿Rebecca? —escucho su voz algo dudosa.
—Hola.
Tengo el corazón acelerado por la pequeña lucha con Richie y, obviamente, por enfrentarla después de unos días sin hablar.
—Siento que tengo que darle las gracias a tu hermano, de lo contrario mi llamada hubiese acabado en el buzón de voz, igual que las otras, ¿verdad?
Me mantengo en silencio y eso le da todas las respuestas que yo no me atrevo a verbalizarle.
—¿Estás en Pai? —insiste.
—No.
—Vamos, no me hagas lo mismo que la última vez —me pide con cierto cansancio—. Sabes perfectamente que soy capaz de plantarme allí.
—No estoy en Pai, Freen; estoy en Londres, necesitaba desconectar —le aclaro.
Por un segundo es ella quien deja de hablar.
—¿Desconectar de mí? —quiere saber.
Supongo que intuye que tiene que ver solo con su persona porque con Nam llevo hablando todos los días.
—Desconectar, dejemoslo ahí.
La escucho suspirar al otro lado del teléfono y ya no sé si está tratando de cargarse de paciencia o si le molesta que me haya empeñado tanto en alejarme de ella.
—Bec, te echo de menos —susurra de repente.
Y no sabe cuánto llega a dolerme su maldita frase, porque cuando me ignoraba y me rehuía no me lo parecía demasiado, ni tampoco cuando jugaba a ligar con Seng.
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Cruce de talentos
RomanceRebecca Armstrong es una escritora novel demasiado introvertida para publicar su arte. Odia con todas sus fuerzas los dramas noveleros que tienden a idealizar el amor y están idiotizando a toda su generación. Freen Sarocha es la actriz emergente má...