—44—
Dicen que después de la tormenta viene la calma, pero lo que no te cuentan es que hay tormentas que se replican al cabo de unos días; vuelven con más fuerza y si las dejas, consiguen arrasarlo todo.
Cierro los ojos por un segundo, sintiendo como el taxi serpentea entre los coches, estando acostumbrado a la locura de tráfico que hay en esta ciudad y me sumerjo de lleno en el recuerdo de la conversación de hace un rato.
FLASHBACK
La llamo por segunda vez y cuando descuelga, puedo oír el eco del manos libres.
—Hola Bec —me saluda como si nada.
Como si no llevara evitándome toda la santa tarde.
—¿Dónde estás?
—Llegando a la puerta de la productora a recogerte, he tenido que salir a hacer un par de cosas.
—Lo de estar misteriosa, ¿a qué se debe?
En vez de responderme, se limita a reírse.
—Venga sal, estoy aquí.
La verdad es que, inicialmente, tenía un mal presentimiento, pero el tono bromista de Freen está haciendo que baje la guardia.
Entro al coche y antes de que me dé tiempo a ponerme el cinturón, ya ha arrancado a toda prisa. Me mira por un momento, tras sus gafas de sol y sonríe.
—¿No vas a contarme dónde has estado? —insisto.
—Rebecca, eres malísima para recibir sorpresas. Deja de preguntar tanto.
En vez de tomar la carretera de siempre, se desvía y tarda veinte minutos en detenerse. Lo hace frente a una cafetería sencilla, en una calle poco concurrida.
Al entrar puedo entender un poco más eso de "las apariencias engañan", pues lo que parecía ser algo sencillo y un poco cutre, se convierte en un paraíso en toda regla. Un pedacito del trópico escondido entre cuatro paredes.
Freen, que ha entrado primera, se gira para ver mi reacción y sonríe, tomando mi mano para guiarme a una de las mesas del fondo, que queda tapada entre dos palmeras.
—¿Te gusta?
—¿Hace falta que conteste? —le digo observando todo el lugar con absoluta admiración.
—En realidad no, pero sí que puedes darme un beso de agradecimiento.
Al principio creo que está bromeando, pero cuando se planta delante de mí y se aferra a mi cintura, me sorprende más todavía.
Me besa de forma despreocupada, jugando a retener mi labio inferior por unos segundos, tentándome, pero yo me contengo un poco por precaución.
—Aquí estamos seguras —susurra convencida, antes de devorarme con mayor intensidad.
Me suelta cuando escuchamos pasos acercándose y se sienta con una sonrisa adornando esos labios peligrosos.
Por favor, ¿cuánto puede llegar a gustarte alguien?
La escucho pedir unos batidos y algunas pastas y cuando la camarera se marcha, me mira con cierta intensidad y un toque de desafío.
—Deja de provocarme, Sarocha.
Suelta una carcajada en respuesta porque sabe perfectamente lo que está haciendo mientras finge inocencia.
Pasamos un rato increíble entre bromas y muestras de afecto y esta Freen que me está enseñando, me encanta de verdad.
ESTÁS LEYENDO
Cruce de talentos
RomanceRebecca Armstrong es una escritora novel demasiado introvertida para publicar su arte. Odia con todas sus fuerzas los dramas noveleros que tienden a idealizar el amor y están idiotizando a toda su generación. Freen Sarocha es la actriz emergente má...