Control

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—28—

    Cuando entro por la puerta de Lobby, veo a todo el mundo un poco más alterado de lo normal, lo que potencia mis nervios de un modo comprensible.

    Antes de poder desmayarme, Noey aparece dándome un abrazo reconfortante y tira de mí hacia uno de los camerinos.

    —Hola, pequeña, ¿has conseguido dormir algo? —pregunta caminando por el pasillo.

    —Sí, pero tuve que tomarme dos tilas —le confieso—. Las redes sociales están siendo una completa locura.

    —Lo sé, están expectantes, eso siempre es bueno —dice sonriendo—. La gente os adora y aún no han visto nada. Cuando empecemos a lanzar capítulos, muchas fans van a colapsar.

    —No sé si eso me reconforta. Están esperando demasiado.

    —Estás a la altura, Becky, tanto a nivel de guionista como en tu papel de Jai. Lo que habéis conseguido Lawan y tú ha sido magnético y eso se nota.

    Su mirada cambia imperceptiblemente y tengo clarísimo que intuye algo tras todo ese magnetismo.

    ¿Debería hablarlo con ella? ¿Tenemos suficiente confianza?

    —No tienes que contarme nada —comenta, interrumpiendo mis pensamientos—. Pero quiero que sepas que si necesitas hacerlo en algún momento, voy a estar aquí.

    Asiento y se lo agradezco, sonriéndole con más tranquilidad.

    Noey se hace a un lado y es cuando lo veo, un vestido azul claro precioso. Es entallado con pedrería en el pecho y una abertura que cubre desde el muslo hasta los tobillos. Lo acompañan unos zapatos de tacón bajo y ancho de color plateado que no tienen pinta de ser demasiado incómodos y lo agradezco. Bastante nerviosa estoy ya como para encima, subirme a unos de aguja y caerme por el camino.

    —Vas a dejarlos a todos muertos —suelta, guiñándome un ojo de manera cómplice y para mi sorpresa, añade—. A ella también.

    Retiro la vista completamente avergonzada y escucho la risa de Noey flotando en el aire.

    —Estoy en la puerta de al lado por si necesitas ayuda.

    Se marcha dejándome sola y con el corazón acelerado. Respiro profundamente tratando de tranquilizarme, antes de empezar a desvestirme.

    Cuando acabo de prepararme y me planto frente al espejo, no puedo evitar mirarme asombrada. Es realmente impresionante, como si un sastre lo hubiese confeccionado expresamente para mí y las palabras de la asistente calan muy hondo en mi cerebro.

    A ella también.

    ¿De verdad le gustará a Freen?

    Unos golpes en la puerta me ayudan a salir de esos pensamientos.

    —Becky, ¿se puede?

    En vez de contestarle, me acerco directamente a abrir. Nam se queda observándome con los ojos muy abiertos, en una reacción que me resulta un tanto exagerada.

    —Guau —exclama.

    Ella viste un conjunto de falda larga también de color azul, aunque mucho más oscuro y un top plateado lleno de brillantes que hacen que de algún modo resplandezca.

    —Guau —le devuelvo con una sonrisa—, estás increíble. ¿Quién ha elegido estos modelos?

    —No tengo ni idea pero lo averiguaremos, hay que felicitarla como mínimo —sentencia convencida, dándome un ligero abrazo—. Parece que vamos a ir las tres conjuntadas en los tonos, de eso se han asegurado.

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