La fiesta

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—¿Dónde está Freen? —le pregunto una vez estamos a solas.

Nam me mira con cierta preocupación, pues no está para nada acostumbrada a la Rebecca que ha visto hoy en la reunión.

—Pidió el día libre por asuntos personales; creo que su madre vuelve a estar de visita —comenta—. ¿Estás bien, Becky?

—Sí —le miento descaradamente—. Me voy a casa.

Asiente, poco convencida, pero me da el margen de tranquilizarme.

—Mañana nos vemos a las 20h, vienes, ¿verdad?

La maldita fiesta a la que antes me moría por asistir y ahora me da un respeto enorme.

—Sí, claro, recuerda que también vendrán Irin y Amanda.

Me despido de mi amiga y salgo a conseguir algo de aire. Seul no está demasiado contento conmigo y todo porque me he plantado con su idea de seguir manteniendo algo entre Jai y Lawan.

Después del desastre que resultó la otra noche con Freen, no estoy dispuesta a seguir jugando a los personajes ni una sola vez más; y así se lo he transmitido al jefe. Le he vendido la idea de que Lawan debe quedarse con Anong y centrarse en retomar su compromiso como estaba escrito.

He aprendido que no siempre se puede conseguir lo que una quiere y, en esta historia, Lawan está enamorada de Anong aunque sienta una atracción fuerte por Jai. Fin.

Saco el teléfono y lo miro con la esperanza de tener algún mensaje de ella. Mínimamente algo.

Después de confesarle mis sentimientos y recibir nada más que silencio por su parte me siento patética con ganas.

Es que soy tonta de remate, porque aunque no sienta lo mismo, me esperaba mucho más de su persona. El respeto y cariño que siempre me ha demostrado. Es como si se la hubiese tragado la tierra, literalmente.

Y entonces caigo en la cuenta de algo. La fiesta. Es imposible que no vaya, no creo que Nam deje que se la pierda por nada del mundo, está emocionadísima con ello.

Ahí tendrá que enfrentarme. Podré comprobar si su intención es seguir huyendo o afrontar la situación por incómoda que le resulte. Cualquier cosa con tal de acabar con esta exasperante distancia.

***

Al cruzar la puerta de entrada, nos recibe una música bastante alta y mucha más gente de la que esperaba.

—Guau, Nam sí que sabe organizar una buena fiesta —comenta mi prima emocionada.

Amanda me sonríe, supongo que dándole la razón a mi prima y pasa un brazo por mis cintura para tirar de mí, pues me había quedado algo rezagada.

La mayoría de la gente está en el jardín con una copa en la mano. A la derecha, una mesa repleta de comida y varios camareros paseando entre los invitados, ofreciéndola.

—Sin duda, te has vuelto muy VIP, Becky —dice sorprendida.

Su cuerpo me da cierta estabilidad y fuerza, pues los nervios me están matando desde que he empezado a vestirme.

Siento el calor de su mano en mi cintura, a través de la fina tela del vestido. He elegido algo sencillo pero provocativo, lo sé, me lo ha gritado mi prima sin ningún tapujo y lo ha reiterado la mirada de Amanda, con un poco más de discreción.

Un vestido negro, ajustado y largo hasta los tobillos, con un bordado en el pecho. Una raja extremadamente larga me permite mover las piernas con soltura y comodidad.

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