Trampa

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Malek


Mi hermano y yo siempre hemos jugado sucio, así que organice todo para que así sea.

Se que quieren salir de la ciudad, pero serán obligados a volver a esta ratonera. Toda mi gente esta en eso, con algunos sobornos toda la policía nacional esta rodeando toda la frontera. Son como dos ratones asustados por lo cual lo más lógico que deben hacer es volver aquí.

Muevo el bate en mis manos, observando las manchas de sangre que decoran este, y espero, con paciencia en el sótano del cual solía ser mi antigua casa. Estas paredes guardan muchos recuerdos, en especial yo con Zack. Izak estaba muy pequeño para que pudiéramos jugar con él.

Lo chistoso es que mi relación con mi hermano mayor solía ser unida. El fue quien me protegía, el fue quien me enseño a dar una buena pelea para defenderme, el fue quien me enseño a usar un arma. Me enseño a ser tan sádico como el lo es. En comparación a el yo si se cuando sacar mi lado mas tormentoso y descontrolado y cuando no. Se cuando dejar ir mi ira y cuando me es mejor retraerla. El me enseño cuales eran las diez mejores maneras para torturar lentamente y ese conocimiento lo planeo usar con él en cuanto llegue. Algo de sus propia medicina.

Tal vez mis padres nos vean de donde sea que estén, muy probablemente decepcionados, por lo que nos hemos convertidos. En totales extraños y enemigos.

Nuestro hogar era familiar gracias a que nuestra madre era la mas amorosa de todas, mi padre un hombre estricto y reservado en especial con sus hijos. Pero lo que más recuerdo de mi padre era lo blando que se convertía en cuanto se trataba de mi madre. Sabia que la moralidad de el estaba llena de escala de grises. Jamás lo vi como alguien bueno pero tampoco completamente malo.

Cuando ellos murieron y Zack se entero que mi padre me dejo el dominio del imperio que dejo a mí, como su progenitor legitimo en vez de a el no dudo en lanzarme a la calle y si había una pisca de hermandad entre nosotros se rompió por completo ese día.

Ruido, forcejeo y gruñidos provienen de arriba a lo que sonrió. Ya llego la hora.

Tres de mis hombres traen a Zack y a Gabriel amarados como perros hasta el sótano frente a mí. Les doy un asentimiento y ellos se van cerrando la puerta.

—Hermano — digo arrastrando el bate en el suelo y el lo ve. Zack sin embargo se limita a escupir en el suelo algo de saliva salpica ya que parecen haberlos golpeado mucho en el rostro, sus moretones son evidencia de ello. Gabriel detrás de el se retrae evitando verme lo mas que puede.

A ese idiota lo dejare de ultimo primer mi hermano.

—¿Crees que puedes asustarme con un simple bate hermanito? —pregunta.

—Oh yo creo que asustado ya estas, ¿no pudiste escapar de mi o sí? — su cuerpo y expresión se mantienen rígidas pero puedo ver en su mirada como vacila.

—No me harás nada hermano

—¿Seguro? — le sonrió, le doy un segundo para que lo pienso y luego tomo el bate girándolo con fuerza golpeando el lado de su rostro que lo obliga a caer completamente en el suelo.

Lo escucho toser y inspirar con fuerza quejándose pero no tarda en ponerse a reír en carcajadas.

—Sigues siendo un idiota, desde niño no has cambiado

—Lo dice el que me enseño a disparar — vuelvo a golpearlo esta vez en las costillas —Lo jodiste todo desde que te atreviste a tocar a mi mujer hermano — espeto.

—Tu mujer es una perra.

Saco el arma sin pensarlo disparando a un lado de él, no le da la bala se entierra en el suelo pero logro ponerlo rígido como una roca.

—¡La próxima vez que menciones a mi mujer de esa manera la bala ira a tu boca! — grito y el se inmuta solo observándome serio aun que se muy bien que le encanta que sus palabras me afecten.

—Bien — es lo único que dice.

—Espero te arrepientas por todo pecado que has hecho contra tu propia sangre.

Lo escucho quejarse mientras voy por la gasolina y el encendedor, cuando ve lo que tengo se le escapa una risa.

—Veo que te enseñe bien.

—Cállate — espeto y le doy una mirada al otro idiota arrinconado pero al saber que no hará nada por auxiliar a nadie continúo caminando.

—¿Sabes de que si me arrepiento? — me pregunta. Me detengo para escuchar aun que ya se que no va a ser bueno —De no haberte matado a ti y a esa maldita perra de Bianca Greco cuando la vi.

No mas

Ni una palabras mas

Mis manos tiemblan y todo sucede en cuestión de segundos pero ante mis ojos fue casi en cámara lenta. Vuelvo a tomar el arma y le disparo en la pierna. Su grito hace eco por todo el sótano. Destapo la gasolina y la escurro encima del como si nada.

—Hermano— me llamo con ojos suplicantes entre dolor y tristeza pero no caeré —hermano escúchame — se queja del dolor —soy tu hermano mayor

—Jodete — le digo prendiéndole fuego.

El olor no tarda en llegar, acompañando a los gritos de agonía. El olor me recuerda a cuando se queman el cuero de llanta, combinado con el olor metálico de la sangre. Me detengo viéndolo retorcerse tratando de apagar sus llamas pero sus manos y piernas atadas desde el principio no le dio mucha movilidad. Es cuestión de tiempo para que sus gritos se apacigüen y su cuerpo se quede inmóvil. Tomo el tarro de agua y lo tiro encima de el apaciguando las ultimas llantas. Me aseguro de no verlo mucho, no es que haya mucho que ver, es mas piel quemada que lo que solía ser.

—Que Ala te tenga en su misericordia hermano — resto.

Ahora mi mirada se dispara a Gabriel y al darse cuenta que lo observo, sigue amordazado y bien amarrado pero niega como loco mientras camino hacia el tomándolo de la camisa y arrastrándolo hasta el centro justo a un lado de mi hermano. Le quito la mordaza y empieza a hablar de inmediato.

—Por favor, por favor. Me arrepiento como no tienes idea, hare y seré todo lo necesario, por favor te lo pido.

—El que traiciona una vez, siempre traiciona — le contesto robándole todo el rayo de esperanza que parecía tener. Es muy idiota si creyó que rogando lograría salvarse de mi —Heriste de manera permanente a Bianca

—Y me arrepiento, te juro que enserio la quería y siempre quise cuidarla.

Mi puño vuela a su rostro

—No estamos aquí para que sigas mintiendo cobarde, deseo matarte como no tienes idea — el ojo de Gabriel comienza a moretearse —pero en realidad se de alguien mas que tiene derecho a acompañarme en esto.

Como si lo hubiese llamado Daniel entra, observa la escena y me mira con complicidad. El saca dos cuchillos y reconozco uno de inmediato. El cuchillo rojo de Bianca.

Sonrió y le sedo el paso a mi futuro cuñado dándole la mayoría de diversión. 





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