No soy de las que traiciona

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Bianca

Lo primero que veo es a mi mejor amigo amarrado a una maldita silla, sangre seca en su frente. Su boca tapeada con tape gris y al verme su mirada se vuelve desesperada.

No hay nadie alrededor y tal vez lo mejor sería no ir hacia el pero no puedo dejarlo ahí. Esta herido y todo esto es mi culpa. Gabriel con lágrimas en los ojos me pide que no me acerque solo con verme se lo que me quiere decir porque es mi mejor amigo de toda la vida y lo conozco mejor que a mí misma.

No me importa, voy hacia él, saco mi cuchillo y corto las cuerdas que están en sus muñecas y él se mueve mucho lo que me irrita.

—Quédate quieto maldita sea, no quiero lastimarte — le pido.

Lo maldigo y él se quita el tape de la boca y esta apunto de abrazarme cuando lo toman de la espalda alejándome de él, no me dejaron si quiera tocarlo.

—¡Gabriel! — otras me toman alejándome más de él. No me permiten seguir peleando cuando siento el fuerte golpe de algo duro contra mi cabeza. Todo da vueltas, mi mirada se vuelve borrosa apenas puedo distinguir los rasgos de quien me golpeo y como todavía no caigo desmayada vuelve a mover su brazo para golpearme en la cabeza de nuevo con su pistola logrando que todo se vuelva negro.

...

Cuando abro los ojos aun me duele la cabeza, intento mover mi mano para tocar pero me lo impide ya que cuando veo estoy esposada a un tubo en la pared.

Cierro los ojos para lograr enfocar mi vista y al revisar alrededor estoy en un lugar húmedo, con poca iluminación. El olor a humedad aumenta mis náuseas y tengo que recostarme en la pared porque todavía me da vueltas la cabeza. Analizo todo lo que paso y en donde estoy y sé que debo estar en un tipo de sótano en algún lugar. Y por mucho que busco en todos los rincones de mi cárcel y tampoco hay señal de Gabriel.

Estoy secuestrada sin saber dónde estoy sin quien venga rescatar, nadie sabe a dónde fui no me atreví a pedir ayuda porque sé que no me ayudarían y eso me llevo acá. Solo me siento incompetente. Es como si no pudiera lograr nada yo sola. Y eso es lo que más odio, lo único que he querido es hacer todo por mí misma sin ayuda porque sé que puedo. Pero los resultados en los que estoy ahora me demuestran que estaba equivocada.

Se escucha el sonido de una puerta de metal abriéndose y entran dos personas. Las veo y empiezo a reír. Esto me lo tenía que ver venir.

—Owen y Cristian... debo decir que no me sorprende. Sabía que algo de ustedes no me gustaba ¡par de idiotas! — grito y ellos intercambian miradas.

—Creo que la muchachita ya se volvió loca hermano — le dice Owen a su acompañante.

—Y todavía no hemos empezado — le dice Cristian.

Los veo mal, sin saber a qué se refiere el con lo último que dijo. Ellos dan unos pasos hacia a mí y me altero.

—¡No se me acerquen par de malnacidos! — se detienen con mi grito pero no les borra la sonrisa del rostro.

—Por el momento solo venimos a hablar princesa — Owen parece mostrar una señal de paz por el momento.

—¿Hablar de qué? — cuestiono.

—Como sabes nos acercamos a tu lindo prometido y entramos a tu casa por una razón, una que debes conocer.

—Habla ya — espeto.

—Somos mercenarios en realidad y nuestra misión era acabar con tu prometido, teniendo su confianza pero con el bonus de acercarnos a ti. El jefe quiere que tú lo mates.

¿Qué yo mate a Malek? Vuelvo a sonreír ante la estúpido trato que parecen querer venderme.

—Yo no soy de las que traiciona, menos a mi prometido.

—Por favor sabemos que ese matrimonio tuyo con él no es más que una farsa — la respuesta de Cristian me sorprende. Creí que solo yo mi hermano y Malek sabían de eso.

—Eso no significa que aceptare un trato con ustedes, ni ahora ni nunca — aseguró, yo no soy mujer para manipular.

—Bien creo que empezaremos a jugar primero.

El saca una pistola que reconozco, una pistola eléctrica acercándose a mí. Empiezo a prepararme mentalmente para la tortura que viene. Porque si en verdad quisieran matarme no estaría esposada aquí.

Siento el primer choque eléctrico, el dolor atravesando mi cuerpo, mis dientes apretándose con fuerza aumentado el dolor. Luego recibo golpes uno tras otro, patadas en las costillas y al no poder alejarme de ellos debo recibir cada uno, recibiendo el mayor dolor posible. Fui entrenada para la tortura, mi madre y padre nos enseñaron a mi hermano y a mí que algo de esto pasaría si aceptamos el trabajo familiar.

Pero hace tiempo no practico la resistencia que siento que me debilito mentalmente. Es justo lo que quieren.

La tortura siempre ha sido un juego mental para asegurarse de quebrantar la mente primero con dolor físico hasta que ya no se sea capaz de soportar o aceptar la muerte.

...

Pasa el tiempo, no se decir si pasaron minutos o horas. Pero lloro tratando de no quejarme. Mi garganta duele por los gritos que desgarraron mi garganta.

—¿Ahora si quieres negociar muñeca? — Owen dice ese apodo y la imagen de rulitos viene a mi mente.

—Tú no puedes decirme así — mi voz suena rasposa.

—Acepta eliminar a Malek y podrás vivir, te libraras de ese matrimonio y no morirás de la manera más dolorosa que ni te imaginas. Sabemos cómo dejarte irreconocible y no dejar rastros de lo que te paso. Tu seres queridos jamás sabrán que te paso.

Escupo la sangre que se me acumulo en la boca y los miro. Estoy decidida que no lastimare a mi falso prometido. Por más que el me odie, por más que el me vea como un problema que arreglar. No matare a Malek.

—No lo hare — les aseguro.

Mi respuesta provoca que ellos se vean de manera decepcionada. Estos idiotas creen que soy fácil de romper. Pero no saben que he estado rota muchas veces. Se manejar esto mejor que nadie.

Se hacen una señal con la cabeza y Cristian saca su celular marcándole a alguien.

—jefe, ella no quiere cooperar — silencio — si ya intentamos la tortura previa pero la niña es fuerte — otro silencio — entendido.

Cuelga y me voltea a ver, le da una mirada a su hermano y asiente. Owen me mira a mí.

—Te vas a arrepentir niña, el jefe pidió que fuéramos gentiles contigo pero ya que no quieres negociar. Desearas morir.

Ahora los veo sacar unos cuchillos y acercan una cubeta con agua hacia a mí. Maldigo a mis adentros cerrando los ojos tratando de recuperar fuerzas para seguir con esto. 




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