ᴾᵃʳᵗᵉ ᵗᵉʳᶜᵉʳᵃ, ᶜᵃᵖíᵗᵘˡᵒ ᴾʳⁱᵐᵉʳᵒ.

45 2 0
                                    

No miraba atrás

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No miraba atrás. Sus sentidos estaban alerta, escudriñando cada rincón mientras corría con todas sus fuerzas. 

Los Genin y los niños Chunin la seguían de cerca, tratando de no perderla de vista, pero Mirai solo tenía un objetivo en mente: llegar al otro lado de la aldea, rodeando a la misma. Su respiración agitada resonaba en sus oídos mientras luchaba por acostumbrar sus pulmones al ritmo frenético de su carrera. Cada bocanada de aire abrasaba su pecho, pero no podía permitirse detenerse.

El bosque parecía extenderse infinitamente ante ella, desafiándola a avanzar más rápido. Con la mano, apartaba ramas y esquivaba piedras, sin detenerse ni un momento por miedo a perder tiempo. El sol se ponía rápidamente, sumiendo el bosque en penumbras, y en ocasiones apenas podía escuchar los jadeos de los jóvenes ninjas que la seguían. La desesperación la consumía.

Primero, su hogar había sido reducido a escombros. Luego, se encontró transportada junto con los niños a un lugar desconocido. Y ahora, despertaba en la misma aldea, pero transformada en un escenario de paz. El recuerdo de lo ocurrido, apenas veinte minutos atrás, golpeaba su mente con fuerza.

Dos Anbu, que deberían estar muertos, discutían algo que le resultaba demasiado familiar. Mientras corría, sacudió la cabeza con furia, su cabello desordenado ondeando detrás de su nuca. El clima había cambiado estrepitosamente, ya no había tanta humedad, y el aire secaba las zonas húmedas de su desordenada melena.

No podía ser real. La idea de viajar al pasado era absurda, y aún más lo era la suposición de que su maestro lo permitiera. ¿Shikamaru sería capaz de algo así? ¿Por qué retroceder dieciséis años?

Mirai se estremeció ante la sospecha de que todo había sido planeado desde el principio. ¿Acaso ella era el centro de todo esto? No podía aceptarlo. Shikamaru nunca la obligaría a enfrentar un dolor tan profundo si existiera la posibilidad de evitarlo.

Los niños que la seguían sonaban cada vez más exhaustos, algunos apenas podían mantener el paso. Sus respiraciones entrecortadas, sus quejidos, sus miedos, todo resonaba en sus oídos, abrumándola. 

La presión la envolvía, bloqueando su capacidad auditiva mientras sus piernas se negaban a detenerse. Su mente gritaba que se detuviera y se asegurara del bienestar de todos, pero era inútil. Su cuerpo no respondía, y sus ojos se negaban a mirar hacia atrás.

Los ojos de Mirai se oscurecían cada vez más, como si una tormenta se estuviera formando dentro de ella. 

La presión en su cabeza era abrumadora, como una línea eléctrica que la conectaba directamente con su cerebro. Era como si su propio yo interno estuviera atacándola, gritando desesperadamente que se detuviera y cumpliera con el papel que le había jurado a su maestro. Un compromiso que no le dejaba espacio para negarse.

— ¡Mirai-san! ¡Cuidado con el frente! — Alguien gritó desde atrás, pero era demasiado tarde. —

Un impacto repentino sacudió su rostro, enviando su cuerpo al suelo con fuerza. Giró casi completamente en el aire antes de aterrizar con un golpe sordo en el suelo. La tierra levantada por el impacto nubló su visión, sumiendo su mundo en una confusión mareante.

- BORUTO & NARUTO: 𝐋𝐨 𝐐𝐮𝐞 𝐀𝐥𝐠ú𝐧 𝐃í𝐚 𝐒𝐞𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬 | Viaje Al PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora