Un leve pinchazo en su corazón la arrancó de su sueño. Abrió los ojos con sorpresa instantánea, y luego se acostumbró a la oscuridad de la noche. Su mente estaba activa como una fábrica en funcionamiento las 24 horas del día, trabajando a ritmos acelerados, con sus instintos alerta.
Sin embargo, Mirai no consideraba que esto fuera algo bueno. Para un ninja, siempre había sido una obligación vigilar sus espaldas y estar preparado para posibles ataques enemigos. Pero ahora, todo era diferente. Literalmente, su mundo ya no era el mismo.
Se había despertado de un sueño ligero, uno de esos en los que apenas se daba cuenta de que estaba durmiendo hasta que algún sonido externo la sacaba de él.
Mirai estaba sentada en una rama gruesa y sólida de un árbol. Calculaba que eran altas horas de la madrugada, y el bosque extenso estaba completamente silencioso y frío. Incluso los insectos parecían haberse negado a emitir su habitual canto nocturno, por alguna razón desconocida.
Habían estado en movimiento durante unas diez horas desde que dejaron atrás a los chunin sobrevivientes. A pesar de tomar pequeños descansos, siempre terminaban corriendo para evitar tentaciones como posadas con comida, bebida y camas cómodas. Ninguno se quejó, pero todos anhelaban el merecido descanso prometido.
Al principio, se resistieron a dormir profundamente. Incluso cuando lo hacían, solían despertarse con facilidad por cualquier ruido o señal de peligro.
Mirai los observaba desde la rama, con una expresión neutral. Se había quitado su distintiva vestimenta amarilla para cedérsela a Doushu por esa noche, para que pudiera dormir más cómodo. La fiebre del castaño había fluctuado durante todo el día, y sus dos compañeras dormían a cada lado de él, con Mirai cubriéndolo con su propia ropa para el frío.
Mirai contempló el cielo despejado, ya desprovisto de estrellas, mientras las sombras de la noche se desvanecían gradualmente. Se encontraban en una situación precaria: sin medicinas, con racionamiento de alimentos y la necesidad de asegurar el suministro de agua antes de adentrarse en los desiertos.
Aquellas tierras áridas eran territorio desconocido para ella, más acostumbrada a los bosques que a la arena. Siempre evitaba los desiertos, recordando el disgusto que su maestro solía expresar al cruzarlos.
— Pisaremos esas tierras dejando mucho atrás. – Reflexionó para sí misma, consciente de los desafíos que les esperaban. Con la primera luz del día a punto de asomar, decidió despertar a los niños, dudando sobre cómo abordar la incertidumbre que les aguardaba en su travesía hacia los desiertos. –
Saltó ágilmente al suelo, aterrizando con la suavidad característica de una ninja entrenada. Con cuidado de no perturbar el descanso de los demás, se acercó a los bultos cubiertos por las capas. Había sido escuchada, como lo indicaban los movimientos y quejidos que provenían de ellos.
— El amanecer está cerca. — Anunció en voz baja, consciente de la necesidad de conservar la energía y los suministros. — Pronto nos aproximaremos a los desiertos. Debemos avanzar para economizar nuestras fuerzas y recursos, pero desconocemos cuánto tiempo nos llevará llegar.
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- BORUTO & NARUTO: 𝐋𝐨 𝐐𝐮𝐞 𝐀𝐥𝐠ú𝐧 𝐃í𝐚 𝐒𝐞𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬 | Viaje Al Pasado
Fanfic||¿ᴇʟ ᴛɪᴇᴍᴘᴏ ʀᴇᴀʟᴍᴇɴᴛᴇ ᴇꜱ ʟɪɴᴇᴀʟ? ꜱᴇ ʜᴀʙʟᴀ ᴍᴜᴄʜᴏ ᴅᴇ ʟᴀꜱ ᴄᴏɴꜱᴇᴄᴜᴇɴᴄɪᴀꜱ ᴅᴇ ᴄᴀᴍʙɪᴀʀ ᴇʟ ᴘᴀꜱᴀᴅᴏ, ꜱɪɴ ᴇᴍʙᴀʀɢᴏ, ¿ᴇꜱᴛᴀʀÍᴀꜱ ᴅɪꜱᴘᴜᴇꜱᴛᴏ ᴀ ᴄᴀᴍʙɪᴀʀʟᴏ, ꜱÍ ᴇꜱᴏ ꜱɪɢɴɪꜰɪᴄᴀ ꜱᴀʟᴠᴀʀ ᴀ ʟᴏꜱ Qᴜᴇ ᴀᴍᴀꜱ? En un futuro Distópico, Un Pergamino ha devastado la aldea de la Hoja y...