ᴾᵃʳᵗᵉ ˢᵉᵍᵘⁿᵈᵃ, ᶜᵃᵖíᵗᵘˡᵒ ᴼⁿᶜᵉᵃᵛᵒ.

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En el tranquilo apartamento, un silencio profundo envolvía el ambiente

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En el tranquilo apartamento, un silencio profundo envolvía el ambiente. Los niños, exhaustos por un día lleno de tensión, yacían en el suelo, cubiertos con simples mantas para protegerse del frío nocturno. 

Hinoko, la Ninja Anbu encargada de velar por su seguridad en ausencia de los demás, se encontraba sentada en el pequeño comedor, sumida en sus pensamientos.

De repente, el silencio fue interrumpido por el emocionado susurro de Himawari. Sus ojos brillaron al ver algo fuera de la ventana delantera.

— ¡Sumire-san! — Exclamó en un susurro apenas audible, atrayendo la atención de los niños que aún estaban despiertos. —

Hinoko no ignoró el susurro, pues había aprendido a reconocer la seriedad en la voz de Himawari a lo largo del día. Sin dudarlo, se levantó de su asiento mientras los otros niños comenzaban a despertarse.

Con paso decidido, Hinoko se dirigió hacia la puerta y la abrió. Himawari estaba a su lado, ansiosa por ver a Sumire entrar a través de la puerta vieja, que chirriaba incluso con el suave soplido de la brisa.

La figura de Sumire apareció en la entrada, acompañada por Ro, compañero Anbu de Hinoko.

Hinoko no pudo evitar mostrar un atisbo de alivio y preocupación al ver a Sumire sana y salva. Sin embargo, su alivio se vio empañado por la molestia que había causado su ausencia.

— ¿Dónde has estado...? — Exhaló Hinoko con un tono tenso mientras Ro cerraba la puerta tras ellos. — ¡Te has perdido todo el día! No deberías alejarte tanto, especialmente ahora. — Regañó con evidente tensión en su voz. —

Himawari observaba atentamente a Sumire, quien comenzaba a quitarse los bolsos ninja y las muñequeras con gestos cansados. La joven de cabello oscuro se disculpó con tristeza en su voz.

— Lo siento mucho, Hinoko-san. — Dijo Sumire con una mezcla de vergüenza y arrepentimiento. — He estado recolectando información entre los civiles durante todo el día...

El silencio se llenó con una tensión palpable, pero Ro rompió el silencio al quitarse la máscara. Habló en voz baja, confirmando las palabras de Sumire.

— La aldea está vigilada hasta los cimientos. — Declaró con seriedad. — Sumire tuvo que esconderse y aprender los patrones de vigilancia para pasar desapercibida. Incluso me costó infiltrarme un poco en los círculos de la Hokage.

La sorpresa y preocupación se reflejaron en los ojos de Hinoko mientras escuchaba a Ro. Himawari, por su parte, se acercó a Sumire con inquietud, ofreciendo su apoyo. La joven ninja asintió, sosteniendo a Himawari con suavidad.

— Estoy bien, no tienes de qué preocuparte. — Le aseguró con una sonrisa tranquilizadora. —

Los demás niños observaban con curiosidad, y Neon, la niña de lentes, finalmente reunió el valor para preguntar.

- BORUTO & NARUTO: 𝐋𝐨 𝐐𝐮𝐞 𝐀𝐥𝐠ú𝐧 𝐃í𝐚 𝐒𝐞𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬 | Viaje Al PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora