ᴾᵃʳᵗᵉ ᵀᵉʳᶜᵉʳᵃ, ᶜᵃᵖíᵗᵘˡᵒ ᵀᵉʳᶜᵉʳᵒ.

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Durante muchas generaciones, las familias involucradas fueron ampliamente reconocidas en todo el mundo shinobi

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Durante muchas generaciones, las familias involucradas fueron ampliamente reconocidas en todo el mundo shinobi. Sus relatos trascendieron fronteras, surcaron montañas y solo las historias más extraordinarias lograron llegar a tierras extranjeras, convirtiéndose en leyendas en otros continentes.

Tres familias, cada una con habilidades únicas; tres familias que estaban estrechamente unidas, tanto en el pasado como en el presente, y lo estarían en el futuro.

Estas familias eran conocidas colectivamente como el Ino-Shika-Chou.

En sus inicios, este nombre se utilizaba para referirse a las especialidades de cada familia. Sin embargo, con el tiempo, el nombre adquirió una importancia aún mayor y pasó a designar a un único grupo compuesto por un representante de cada familia.

Un Akimichi era parte de este trío: la fuerza y el tamaño del grupo. Sus habilidades eran impactantes, y para añadir aún más poder, contaban con un jutsu secreto transmitido a lo largo de generaciones.

Un Yamanaka completaba el grupo: el sensor. Sus habilidades mentales y sensoriales eran excepcionales, aunque su dominio variaba entre los miembros de la familia. Sin embargo, su uso siempre resultaba complicado. Capaces de rastrear el chakra de otros y comunicar información a su equipo telepáticamente, los Yamanaka también dominaban un jutsu secreto que les permitía apoderarse del cuerpo de otra persona.

Finalmente, un Nara ocupaba su lugar en el trío: la mente del grupo. Los miembros de este clan eran reconocidos por su agudeza analítica e intelectual, y su capacidad para trabajar en perfecta armonía con cualquier compañero. Además de sus habilidades, los Nara también eran conocidos por sus medicinas derivadas de los cuernos de los ciervos, y se rumoreaba que su inteligencia aumentaba de generación en generación. No era sorprendente que se esperara que algún día surgiera un Hokage de esta ilustre familia.

Estos tres miembros se complementaban entre sí, dando origen a un trío extremadamente famoso y respetado en el mundo shinobi.

Sin embargo, entre ellos se guardaba un secreto, una tradición que solo conocían unos pocos en su aldea. Era un ritual, una ceremonia que marcaba el crecimiento y la madurez de los miembros del prestigioso trío. Desde generaciones anteriores, se sabía que al iniciar sus estudios ninja, los niños de este clan, herederos de una tradición venerada, debían perforarse las orejas y llevar los aretes de sus padres, antiguos miembros del trío.

Al alcanzar la edad adulta y convertirse oficialmente en ninjas, solo una persona tenía el poder de decidir si estaban listos para el siguiente paso: un Sarutobi. Era un honor único, reservado a los más sabios y experimentados de la aldea. Un Sarutobi se encargaba de forjar nuevos aretes para el Ino-Shika-Chou actual, simbolizando su crecimiento y su independencia en el mundo shinobi. Con esos nuevos aretes, los jóvenes se despojaban de los de sus padres, marcando así su entrada en la edad adulta y su destino propio. Serían ellos quienes algún día entregaran esos mismos aretes a sus propios hijos, continuando con la sagrada tradición familiar.

- BORUTO & NARUTO: 𝐋𝐨 𝐐𝐮𝐞 𝐀𝐥𝐠ú𝐧 𝐃í𝐚 𝐒𝐞𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬 | Viaje Al PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora