¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuando reflexiono sobre la destrucción de mi línea temporal, lo primero que aflora en mi mente es el rostro de Shikamaru-sensei. En aquel entonces, apenas era unos años mayor que mi primo, pero tenía la suficiente edad para ser como un hermano mayor para mí. Sin embargo, para mí, significaba mucho más que eso. Era mi maestro, mi mentor, mi confidente y mi amigo más cercano. Lo admiraba y quería más que a nadie en el mundo entero.
Recuerdo con claridad los días en los que entrenábamos juntos, cuando él me enseñaba todo lo que sabía y me guiaba en el camino para convertirme en una verdadera shinobi. También recuerdo los momentos en los que simplemente charlábamos, sobre la vida, el futuro, nuestros sueños. Hablar con él era tan natural, como si pudiéramos leer las mentes del otro.
Pero lo que más se me graba en la memoria, lo que más duele, es la pérdida. La pérdida de alguien tan crucial en mi vida. No solo perdí a mi maestro, también perdí a mi padre adoptivo, al hombre que me mostró lo que significaba tener un padre y cómo se sentía ser amada incondicionalmente. Lo perdí todo.
Y ahora, aquí en este nuevo mundo, al recordar a Shikamaru-sensei con esos mismos ojos de siempre, no puedo evitar sentir una punzada de dolor en mi corazón. Porque, aunque él siga siendo mi maestro y mentor, en mi mente siempre será el padre que perdí.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La arena turbulenta obstruía su vista con ráfagas que se alzaban en torbellinos, formando una cortina que ocultaba todo más allá. Shikamaru se encontraba inmerso en sus cavilaciones desde hacía un par de horas, justo en el Hospital de la Aldea de la Arena.
El fenómeno había ocurrido unas horas atrás. Una oscura arena, tan siniestra como las sombras de su propio clan, había rodeado el hospital después de informar al Kazekage sobre la repentina aparición de cadáveres en la aldea de la Hoja.
En el país del viento, las tormentas eran comunes, pero algo como la Arena Negra o los jutsus espacio-temporales eran mucho más allá de lo que las técnicas de su aldea podían enfrentar.