ᴾᵃʳᵗᵉ ᵀᵉʳᶜᵉʳᵃ, ᶜᵃᵖíᵗᵘˡᵒ ᴰᵉᶜⁱᵐᵒᶜᵘᵃʳᵗᵒ.

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Transcurrieron unas dos horas desde ese intercambio de teorías y Posterior Hipótesis

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Transcurrieron unas dos horas desde ese intercambio de teorías y Posterior Hipótesis.

Un saco marrón, lleno de polvo, fue lanzado al suelo de piedra, levantando hollín y a sí mismo, la suciedad del suelo, formando pequeñas nubes de polvo.

Un jadeo por parte de la Anciana se escuchó gracias al ferviente esfuerzo. Estiró su brazo para prestar la antorcha al niño más cercano, y pidió encender la vela que yacía protegida debajo de un frasco de vidrio en la pared. Mientras la anciana se adentraba en la oscuridad, el niño elegido para encender la vela (Quién, por cierto, resultó ser Doushu), se puso de puntillas para abrir el candelabro que colgaba de la pared, e hizo lo que se le pidió.

La pequeña habitación oscura, de pronto se convirtió en un espectáculo de sombras bailarinas.

La mayoría de los niños Genin y Chunin, se encontraban en el pasillo que continuaba la dirección del Túnel elegido para dirigirse al exterior, asomándose en la pequeña habitación sin puertas ni ventanas; Para percatarse después de toser y limpiarse los ojos por la suciedad, que se trataba de un surtido almacén.

Los ojos curiosos no evadieron la urgencia de querer ver lo que hacía la mujer Anciana. La misma, quién hace unos días les mostró como su cuerpo anciano se mantenía en forma, llegando a girar en el aire y a correr tanto como sus piernas le permitían; Ahora bufaba mientras se inclinaba, y levantaba sacos de quién sabe qué cosa, apartarlos del camino, lanzándolo al suelo.

Doushu se acercó un poco a su lado para iluminar con la antorcha, en el caso que la luz del candelabro no fuese suficiente para ella. En eso, el montón de niños más cercanos a la entrada del almacén, tomaron la iniciativa de entrar para registrar el sitio con la mirada.

La habitación estaba sucia, pero había una cantidad inmensa de estantes grandes con cajas de diferentes tamaños y tipos; Cartón, madera y hasta plástico. Las cajas más grandes, eran las de madera, y éstas estaban mayormente en el suelo apartadas de los estantes y amontonadas entre sí, o encima de los estantes.

Sarada, con su capa puesta, fue la primera en adentrarse con curiosidad. Miraba hacia arriba, tratando de descubrir con una simple mirada, qué era lo que se guardaba en este almacén. Los demás entraron a sus anchas.

— Esto...

— Aquí se guarda la comida de mis subordinados; Aquellos que viajan entre los túneles, y los que trabajan en la superficie.

— ¿Eh? Comida... ¿Se quedan tanto tiempo en la superficie? — Sarada ignoró los registros que sus compañeros hacían, asomándose por las estanterías o dando vueltas por el lugar. La niña Uchiha se acercó a la espalda de la mujer anciana, que yacía inclinada al fondo de una caja grande de madera, revisando algunos envases y leyéndolos detenidamente. — ¿No se suponía que usted no se involucraba con su Presente? ¿Por qué su gente merodea allá arriba?

— Um... No soy Omnipresente, ¿Sabes? — La mujer se tomó un momento para leer algo en una lata, y después quitó el papel de la misma, y repitió lo mismo en las latas que se parecían a la primera. Apiló todas las elegidas, una sobre la otra, en el suelo. — Si se diera el caso de que ustedes hayan tomado otro rumbo y no hubieran llegado hasta mí, ellos los hubieran encontrado a ustedes.

- BORUTO & NARUTO: 𝐋𝐨 𝐐𝐮𝐞 𝐀𝐥𝐠ú𝐧 𝐃í𝐚 𝐒𝐞𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬 | Viaje Al PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora