El sol del mediodía caía sin piedad sobre las vastas tierras del País del Fuego, su calor irradiando incluso desde las losas de piedra que pavimentaban el camino.
Los cielos estaban despejados, el aire impregnado de un calor suave pero constante que hacía que el ambiente se sintiera denso, casi inmóvil. El viento apenas movía las hojas de los árboles que bordeaban el sendero, y los pajarillos cantaban perezosamente desde las ramas.
El señor feudal del País del Fuego salió del edificio con un paso lento y relajado, como si ni el calor ni el peso de sus responsabilidades pudieran afectarlo.
Su vestimenta, rica pero cómoda, ondeaba ligeramente con cada movimiento. A su lado, caminaba un viejo amigo, de rostro más severo y manos curtidas por el tiempo.
El noble amigo, vestido con tonos sobrios y elegantes, mantenía una compostura erguida, pero su expresión reflejaba cierta inquietud.
Sus ojos oscuros y penetrantes, que siempre habían sido rápidos para captar las sutilezas del entorno, se entrecerraban ligeramente por el sol, pero en su semblante había una preocupación más profunda.
— Estos días han sido... agotadores. — Suspiró el señor feudal, abanicándose perezosamente con su abanico de seda, decorado con motivos dorados. Su tono era tranquilo, casi desinteresado, como si la carga que llevaba fuera solo una leve molestia en su vida privilegiada. —
El amigo emitió un leve sonido de asentimiento, casi como un murmullo bajo su aliento, antes de preguntar con discreción, como si temiera que alguien pudiera escucharlos, aunque estaban relativamente solos en el sendero.
— ¿Te refieres a... ese problema? — Susurró el noble con cierta aprensión, sus ojos buscando algún rastro de respuesta en la cara despreocupada del señor feudal. —
El señor feudal hizo un leve movimiento con la cabeza, sin dejar de abanicar su rostro con perezosa elegancia. Sus ojos, a menudo perdidos en pensamientos lejanos, no mostraban ninguna prisa por responder, como si todo, incluso el tema que abordaban, fuera insignificante a su manera.
— Sí, sí... más disturbios. — Dijo finalmente, con un aire despreocupado que contrastaba con la gravedad de sus palabras. — Esas personas... los que salieron de los portales... — Dejó que la frase flotara en el aire, casi como si fuera parte de la brisa cálida de la tarde. —
El amigo frunció el ceño, mirando de reojo al señor feudal. Aunque compartían una amistad de muchos años, el noble siempre había sido más consciente de los peligros del mundo, más prudente en su manejo de situaciones delicadas.
— ¿Ejecutarlos...? — Preguntó con voz baja, pero llena de incredulidad. Su tono cargaba una mezcla de sorpresa y miedo. No podía entender por qué el señor feudal adoptaba una postura tan extrema. —
El señor feudal dejó escapar una ligera risa, una que apenas mostraba emoción real, mientras movía su abanico de manera despreocupada.
— ¿Qué otra opción tenemos? — Respondió con calma, mirando al frente mientras caminaban. — No sabemos de dónde vienen realmente. Algunos dicen que son de dimensiones paralelas, otros creen que son espíritus perturbados. No podemos arriesgarnos... — Sus ojos se entornaron ligeramente mientras hablaba, como si estuviera sumido en sus propios pensamientos, alejándose de la conversación por un momento. — Es más fácil así. Más seguro.
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- BORUTO & NARUTO: 𝐋𝐨 𝐐𝐮𝐞 𝐀𝐥𝐠ú𝐧 𝐃í𝐚 𝐒𝐞𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬 | Viaje Al Pasado
Fanfiction||¿ᴇʟ ᴛɪᴇᴍᴘᴏ ʀᴇᴀʟᴍᴇɴᴛᴇ ᴇꜱ ʟɪɴᴇᴀʟ? ꜱᴇ ʜᴀʙʟᴀ ᴍᴜᴄʜᴏ ᴅᴇ ʟᴀꜱ ᴄᴏɴꜱᴇᴄᴜᴇɴᴄɪᴀꜱ ᴅᴇ ᴄᴀᴍʙɪᴀʀ ᴇʟ ᴘᴀꜱᴀᴅᴏ, ꜱɪɴ ᴇᴍʙᴀʀɢᴏ, ¿ᴇꜱᴛᴀʀÍᴀꜱ ᴅɪꜱᴘᴜᴇꜱᴛᴏ ᴀ ᴄᴀᴍʙɪᴀʀʟᴏ, ꜱÍ ᴇꜱᴏ ꜱɪɢɴɪꜰɪᴄᴀ ꜱᴀʟᴠᴀʀ ᴀ ʟᴏꜱ Qᴜᴇ ᴀᴍᴀꜱ? En un futuro Distópico, Un Pergamino ha devastado la aldea de la Hoja y...