18

107 23 3
                                    

Atravesaron aquel sombrío camino, Geto sudo frío al ver como la puerta se abría, revelando a sus amigos, quiénes se quedaron callados en un silencio desgarrador.

La expresión de nervios y quizás temor, solo hizo que el azabache retrocediera, jalando consigo al contrario, este vaciló por aquel movimiento.

El pobre y frágil corazón de Geto, tambaleó, palpito de manera horripilante, causandole mareos y náuseas. La respiración se le cortó, ¿por qué? Siempre es lo mismo, todo se derrumba dentro de él, al no ver una cálida sonrisa o expresión tranquila en los demás.

Como si lo estuvieran juzgando, ¿me odian? ¿Están molestos conmigo? Perdón, lo siento, no quise morder, solo es mi mecanismo de defensa y el consuelo que me doy al recibir un poco de preocupación o decencia humana, algo que jamás tuve.

No estoy acostumbrado, perdonen a este perro agresivo y herido, no quise gritarles, tampoco minimizar sus desesperados esfuerzos en ayudarme.

—Esto fue un error..... — susurró el azabache casi inaudible, tenía tanta vergüenza, demasiada frustración.

Y antes de que alguien pudiera dirigirle una palabra, él ya había salido corriendo, más bien caminando a grandes y rápidos pasos, lejos de la pequeña multitud.

Parecía aquellos animalitos que fueron golpeados por un auto y por su deseo de sobrevivir, reunieron fuerzas y corrieron, aturdidos, pero seguían vivos.

—¡Es mi culpa! Yo no debí de sofocarte con mis preguntas....
— exclamó Utahime muy culpable por la situación que sufría su amigo, el cual volteó a verla. El pequeño peli castaño a su costado asintió también, compartiendo el pensamiento de su amiga.

—No es culpa de nadie, simplemente no debiste de reaccionar así Geto, por más problemas que pases, no es una razón.... — declaró el rubio con dureza y molestia en su voz, poniendo su mano en el hombro de la azabache en forma de apoyo.

Desde que él había ingresado al hospital, hubo varios problemas, los cuáles no todos eran su culpa, pero algunos sí, tuvo paciencia con Geto, bastante, podría haber estayado de rabia y con más razón, el contrario tendría como excusa el porque de su comportamiento, puesto que terminaría en cama por sus golpes.

Odiaba a las personas que no median sus palabras, que no aceptaban sus errores y que se comportaban como niños pequeños a los cuales tienes que cuidar. Los aborrecia, quizás era demasiado duro, pero era la verdad.

—Nanami, no estas ayudando, mejor no digas nada.... — respondió Satoru enojado, sintiendo como su acompañante apretaba su mano con fuerza, esa fue una señal de miedo, lo estaban acorralando sin ninguna salida.

— Satoru, terminaste un vez grave por él, se que quieres ayudarlo, pero no siempre estarás ahí, lo sabes, aunque tengas dieciocho, apenas y te sabes cuidar a ti mismo....

— Lo sé, aun así, no es razón, no tienes derecho a decirme que hacer, no eres mi padre....

— No lo soy, pero sí soy tu amigo, uno que se preocupa por ti y quiere lo mejor, ¿crees que te digo esto por loco?

— ¿Qué mierda te pasa? ¿Por qué ahora estás más irritante de lo normal?

—Maldita sea Satoru, no te estoy diciendo esto como para ofenderte, solo quiero que pienses bien las cosas....
— manifestó Nanami desconcertado por el comportamiento de su amigo, el cuál ya no reconocía.

Shoko observó temerosa, trato de llamar la atención de él para que ya no siguiera alzando la voz. Pero no resultó.

— ¿Tú piensas que soy estúpido? No soy un jodido niño, además, ¿tú crees que yo no me doy cuenta que también te has vuelto cercano a Haibara? Digo, pareces muy pendiente de lo que hace y todo eso, como si fuera tu puta mascota....

❝𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐭é𝐫𝐞𝐨❞ || [𝘚𝘶𝘨𝘶𝘴𝘢𝘵𝘰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora