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No recuerdo muy bien cuando fue que nos conocimos, quizás en primavera, tenía dieciséis años en ese entonces, debo de admitir que no es una época en la cuál era muy feliz, pero ella lo cambió todo.

Yo no tenía amigos, no hablaba con nadie, solo con los maestros, prácticamente era un fantasma, odiaba siempre estar solo, si ya vivía en la soledad de mi hogar, ¿por qué también aquí? Lo mismo se repetía y no había algún cambio.

Simplemente caye, cerré mi boca con una llave y la tiré, jamás la encontré, tampoco quería buscarla, debía de aceptar mi realidad, sin embargo, eso les molestaba a mis compañeros, quizás pensaban qué me creía gran cosa y que no hablaba con ellos por considerarlos inferiores.

Algunas veces me hacían caer al suelo, ocultaban mis cosas o tiraban mi refrigerio por la ventana, me señalaban y me ponían apodos — que a mi parecer eran los más estúpidos y básicos del mundo — no dije nada, solo me quedaba callado.

No era importante, a mis padres no les interesó lo más mínimo, ¿por qué molestarlos con ridiculeces como estás? Puedo encargarme solo, yo puedo sin ayuda de nadie, no los necesito, estoy bien así, soy el más fuerte, ¿no?

No podía permitirme derramar lágrimas por esto, no es como que el mundo se fuera acabar como ellos dicen. Creo que más me dolía su desinteres e indiferencia qué los tratos qué recibía de mis compañeros por ser "diferente" Todos somos humanos, no soy algo de otro planeta, entonces ¿por qué el afán de hacerme esto?

Ya se que nací en una familia adinerada, pero no era mi culpa, tampoco pedí ser hijo de ellos, mis padres solo me tuvieron por obligación, no porque querían o me deseaban.

—"¿Tú realmente disfrutas sufrir, no Satoru? Ya con todo lo que te hemos hecho, te debiste de haber ido" — habló uno de mis compañeros, mientras me daba un leve codazo en mi hombro.

—"Responde cuando te hablamos, idiota..." — demandó el otro chico, frunciendo su ceño y empujando levemente al peli blanco contra la silla.

—"Quizás esto te guste, haber si hablas, anormal"

Pude sentir como agua se deslizaba y humedecia mi cabello, así es, el jarrón que contenía la flores de la maestra, me lo echaron encima, la típica cosa que hacen los bullys, ¿no podrían ser más originales?

Todos empezaron a burlarse de mí, uno que otro en secreto, ya que les convenía eso a que mis padres vinieran a reclamarles — algo que no harían porque perdí toda la confianza en ellos para contarles — quizás esto me molesto más al saber que había manchado parte de mi cuaderno de dibujos.

Ellos al ver que lo limpié con sumo cuidado y oculté, rápidamente me lo arrebataron, eso me causó terror, aun más al pensar que podrían descubrir mis pensamientos y deseos que plasmaba ahí.

—"Oh vaya, parece que eres todo un freak"

—"¡Dámelo, es mío!"

—"¡Pensé que eras mudo, finalmente hablaste!"

Cada vez que estaba apunto de alcanzarlo, se lo tiraba a otro, haciéndome imposible agarrarlo, las súplicas eran demasiado patéticas y enrojecia en vergüenza ¿alguien como yo rogando? Era una completa humillación.

—"¡Ya basta! ¿Por qué se comportan como niños pequeños o acaso se quedaron en el kinder?" — dijo una chica en un tono burlón y molesto, rápidamente les quito mi cuaderno y me lo devolvió con una sonrisa.

Ella volteó a verlos, pude apreciar como trataban saliva y bajaban la cabeza como perros regañados, me pregunte la razón de su miedo. Los que me molestaban se sentaron en sus respectivos asientos y no me dirigieron la palabra desde ese día.

❝𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐭é𝐫𝐞𝐨❞ || [𝘚𝘶𝘨𝘶𝘴𝘢𝘵𝘰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora