Una peli castaña temblaba ligeramente, sus manos buscaban con desesperación su encendedor, la textura metálica se le hizo familiar así que lo saco de su bolsillo.
La cajetilla estaba entre sus manos, casi apretando y mojando el paquete por el sudor.
—Shoko, tranquilizate.... — susurró la azabache muy preocupada por ella, la tomó por los hombros de manera delicada, apretando su agarre para que notara su llamado.
Shoko no hizo caso, su mente estaba en otra cosa, pensamientos se manifestaron como si fuera una película, los recuerdos deprimentes la abundaron y hundieron, igual a un barco bajo el mar.
No encontrado, perdido, a clamado por un tiempo por su ausencia y olvidado después, podrían sacar a la chica del ambiente violento, pero no la situación de ella. La marco, tenía heridas en su cuerpo y corazón.
Sus padres peleaban demasiado, exageradamente, no se amaban, por lo menos ya no como antes, algunas veces aquellas discusiones se iban contra ella, pero yo solo era una niña pequeña qué recién comprendía lo cruel que podía ser el mundo.
Las palabras y golpes dolían de la misma manera, al principio eran pequeños jaloneos de cabello o hirientes descripciones sobre ella, mamá solía decirme que le recordaba a mi padre y él también hablaba lo mismo.
Esas eran sus excusas, tenía que ocultarme o volver tarde a casa debido a eso, fue ahí dónde mi adicción empezó a los diecisiete —actualmente tengo dieciocho— la primera vez que me propusieron fumar un cigarrillo, supe que no volvería a hacer la niña pura de ellos.
Era inexperta, pero me sentía bien, volaba como un pájaro, aunque era por las psicosis que me daban, terminaba a veces haciéndome daño, sin embargo no era de esas personas, era más bien por la ¿locura? ¿Extasis? ¿Euforia? Quizás, no lo sé.
Afectó radicalmente en mi comportamiento, me volví más cerrada, callada como una muñeca, pasaban por encima de mí y no decía nada, ya no me importaba, era mi mundo ahora.
Si mis padres se mataban, qué sea lejos de mí, así no tendré que ver como levantan sus cuerpos y los meten en aquellas bolsas negras, iría a su funeral, lloraré un poco y después me iré, ahora estoy sola, sin nadie que me grite o haga un infierno mi vida.
Pero claro, cuando uno está mal, ahí recién cambian las personas, empecé a presentar problemas respiratorios, mi piel era como el de una muerta, tan pálida que podrías tocarla y tus dedos se marcarían, las ojeras se me remarcaron demasiado.
Ya no era la misma Shoko de antes, bajé un poco de peso, varios de mis compañeros se preocuparon por mi estado, incluso el director llamó a mis padres.
Claro, que se iban a dar cuenta, si siempre discutían como perro y gato, incluso lo hicieron delante de él, ambos se echaron la culpa, pero soy hija de los dos, no de uno solo.
Después me ingresaron aquí, lo peor que me pasó, aunque era justo, no iba a parar solo por que me lo pidieran, ya estaba enferma, fue difícil, pero pude controlarlo —por lo menos un poco— algunas veces recaía y me sentía completamente sola, pero Satoru apareció, lo que nadie nunca hizo por mí, él lo realizó.
Se sentó a mi lado, me pregunto porque no iba con los demás, le respondí cortante y así pasó los días con esa misma dinámica, hasta que finalmente le respondí, entendió mi razón y comprendió mi situación en vez de juzgarme.
Podría haberme dicho que era mi culpa, que yo empecé mi adicción, pero no, no hizo eso, fue la primera vez que lloré, algo que no hacía desde que era niña
—mis padres me decían que me daría una buena razón para llorar— ese día gane un amigo, después me presentó a Nanami y a los demás, así que ya no volví a estar sola.

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❝𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐭é𝐫𝐞𝐨❞ || [𝘚𝘶𝘨𝘶𝘴𝘢𝘵𝘰]
Фанфик°ʚ✩ɞ° Él quería morir.....Él quería vivir Él no tenía esperanzas.....Él sí las tenía Si él era la luna.....Él era una estrella Si él era la noche.....Él era el día Ambos eran totalmente diferentes Pero se complementan a la perfección Sin embargo el...