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Las luces me irritaban, mis ojos ardían por lo hinchados que estaban, sentía bastante malestar y cansancio, casi como si estuviera hundiendome en el agua, tan profundo y espeso, corriendo por mi nariz y llegando a mis pulmones, no podía respirar.

Mi piel se torno rojiza y hervia al igual que un volcán, era una horrible sensación, las lágrimas se alborotan en mis diamantes, pero no es por tristeza, es diferente.

Un pequeño quejido salió de los labios del peli blanco, retorciendose en su propia jaula de calor, Geto pudo apreciar los leves movimientos dolorosos, algo le parecía alarmante.

—Satoru — Llamó el azabache meciendolo con delicadeza, volvió a pronunciar su nombre, ahora con más seriedad. No hubo respuesta.

Lo despojo de las sábanas, parecía dormir tranquilo y murmurar entre sueños, sin embargo, lo más preocupante era su apariencia, quizás estaba acalorado. Tocó su frente, casi como una caricia y sus sospechas fueron comprobadas.

—Tienes fiebre.... — susurró Geto atónito, no parecía creer ante aquella prueba viviente, él contrajo un resfriado y parecía molestarle mucho, demasiado. Sufre ante esa pequeña enfermedad.

¿Será por lo de ayer? Pero hice todo lo que mamá hacía conmigo, después de pasar por agua fría, debía de tomar una ducha caliente, entonces....¿Qué ocurrió?

—Satoru, ¿cómo te sientes del uno al diez? — sostuvo su mano entre el cuello y mejillas del contrario, efectivamente, Satoru se enfermó.

—Te falla ¿no? — respondió el peli blanco un poco burlón con una voz ronca, como la de un borracho después de beber por más de diez años. Su nariz se contrajo y estornudo.

—Lo siento, Satoru — sonrió forzadamente, acariciando su cabeza, pero fue recibido por el moco de este mismo, quién había refregado su rostro contra su palma. Asqueroso y....¿Tierno?

—Sí, te enfermaste y ahora tienes gripe, debes de tener más cuidado — declaró Yuki preocupada, viendo de reojo al dúo y al termómetro

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—Sí, te enfermaste y ahora tienes gripe, debes de tener más cuidado — declaró Yuki preocupada, viendo de reojo al dúo y al termómetro.

—¡Maldita sea, la vida me odia! — volvió a estornudar, su nariz estaba tapada y apenas podía tomar aire, todos sus músculos dolían al igual que su cabeza y pecho.

—No grites, Satoru — susurró Geto sobando su espalda y pasándole papel para que se sonara la nariz, su pobre cuerpo temblaba.

—Lo digo en serio, esto puede ser malo para ti, no puedes enfermarte, en esta etapa de tu vida, ya no y lo sabes....
— manifestó la rubia en un tono serio y un poco frío, el contrario sabía a lo que se refería.

Aunque estuviera fuera de riesgo, nunca se sabe lo que puede pasar, la vida es tan efímera, como las alas de una mariposa, frágiles, si llegasen a romperse, ellas ya no podrían volar, lo mismo les pasa a los humanos. O quedan con secuelas o mueren, así de simple.

❝𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐭é𝐫𝐞𝐨❞ || [𝘚𝘶𝘨𝘶𝘴𝘢𝘵𝘰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora