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La luz era muy brillante, algo que no estaba acostumbrado a ver, el Hospital casi siempre era de colores bajos y fríos, es como si mirara directamente al sol.

Refregue un poco mis ojos, tenía algo de comezón en ellos, también en mi cuello, aunque el traje era lindo, pero yo no sabía acomodarme la corbata, por lo que ella lo hizo, pareciera que quería asfixiarme.

Yuna me sostenía del brazo con fuerza, no quiere que me aleje por mucho tiempo de ella, siendo sincero, no conocía a nadie.

El lugar era más o menos grande, de seguro fue alquilado para una fiesta entre personas cercanas, tenía bufet, piscina, más para una reunión, no sé quienes eran sus amistades o con quién frecuentaba para salir, solo conocía a Mei Mei ¿Era un mal novio?

—¡Yuna! ¡Cuánto tiempo! — habló una de las mujeres de ahí, su voz atrajo la atención de todos los presentes, quiénes voltearon a verlos.

Fue muy bien recibida, parecen que todos la aman, me hacían sentir un poco alejado.

— ¿Quién es ese chico apuesto?

— ¡Oh, es tan lindo!

— ¡Te sacaste la lotería, Yuna!

— ¡Presentanoslo!

—Es Satoru Gojo, mi novio y futuro prometido — respondió la pelinegra con una sonrisa orgullosa, abrazándolo y recostando su cabeza en el hombro de su pareja. El contrario se tenso al escuchar lo último, ¿quizás oyó mal?

Todos se quedaron sorprendidos, me sentía incómodo, odiaba que dijera mi apellido, ya que cuándo alguien lo escuchaba, se volvía muy intenso e interesado conmigo, solo para sacar beneficio.

Aveces era como un objeto, pasado en varias manos, era un diamente en millones de ojos hambrientos de avaricia y poder, por eso nunca llegaba a tener amistades durareras, ya que después de conseguir lo que querían, se largaban.

Y yo era muy idiota para no ver sus intenciones, ¿pero como podrían culparme? Nunca goze de un cariño real y necesitaba atención, qué vean que soy grande, importante, magnífico ¡Un Dios!

Así me sentía amado, ser utilizado, usado, como un muñeco, pueden jugar conmigo, romperme, destrozarme, llevarse lo que tengo, si me quedaba con algo, solo era llamado "egoísta", no estaban satisfechos, querían todo de mí. Mi carne, mis ojos, mis huesos, todo. Malditos ambiciosos, los odiaba.

Rápidamente se acercaron al peli blanco, preguntando si realmente era hijo de los Gojo, tuvo que responder, otra vez pasaba lo mismo, sonrisas maliciosas, uno que otro se salvaba.

—Ya no lo estresen, pobrecito, se va a volver más tonto de lo que es — comentó la pelinegra entre risas, causando el mismo gesto en los demás.

—¿Disculpa? No soy algún estúpido, Yuna.... — susurró Satoru ofendido, tratando de salirse de su agarre. Quería un poco de aire.

—Es solo una broma, cariño, ¿ya ven lo que les digo? ¡Capta muy lento! — la mujer sonrió burlona, todos empezaron a reírse y a opinar lo mismo que ella.

—Bueno, en vez de estar hablando ¡Qué comience la fiesta! ¡Vamos Yuna!
— habló una joven tomando el brazo de ella, algunas de ahí se acercaron más, casi invadiendo el espacio de Satoru.

—Está bien, quédate aquí, Satoru, ¡ahorita vuelvo! — finalizó la pelinegra emocionada. — Tranquilizate, ¿quieres? — añadió con una sonrisa, la mirada tétrica no cuadraba con su expresión, apretó el hombro del contrario, quién asintió nervioso.

Ella se fue con su grupo de amigas, las otras personas también se dispersaron, él se quedó en medio de la nada, solo, devastado, incómodo y miles de emociones más, quería irse a casa, no se sentía bien.

❝𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐭é𝐫𝐞𝐨❞ || [𝘚𝘶𝘨𝘶𝘴𝘢𝘵𝘰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora