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Poco a poco abrí mis ojos, encontrándome con las mismas paredes blancas que al parecer nunca cambiarían, por más que las viera. Bostece por un buen rato, con mis manos frote mis ojos de un azul eléctrico. No tenía ganas de levantarme de la cómoda cama, aunque fuera una de hospital.

Oh es verdad, había pasado desapercibido aquella realidad en la cual ahora vivía y tenía que adecuarme a ella. Hace cuánto tiempo estaba aquí? Como unos dos o tres meses?. Creo que si, pero ni siquiera quería pensarlo demasiado.

Aquel estúpido cáncer de pulmón me arruinó la vida, me postró en la cama sin fuerzas para siquiera levantarme. Ya no podía correr, cantar o salir como antes. Mi pobre cuerpo estaba muy débil.

Y desde que me diagnosticaron está enfermedad, he tenido que quedarme en este hospital. Mi vida, mis amigos, mi familia y mis estudios no volverían hacer lo mismo, yo no volvería a hacer el mismo.

—¡Ya despierta dormilón! ¡Es un nuevo día! — Exclamó una voz femenina. La cual reconocía a la perfección.

Shoko Leiri, mi mejor amiga, desde que ingrese, ella siempre estuvo para mí, al principio odiaba su presencia, la veía como alguien inferior, según mi ideología, eso me hacía sentir superior y así no vean la debilidad en mí.

Pero con el tiempo fui conociendo mejor a Shoko, fue la primera vez que alguien no se interesó en mí solo por ser hijo de padres adinerados.

—Sabes que no puedes fumar aquí, quita eso de mi vista.... — demandó el peli blanco.

Su rostro se torno en una mueca de total desagrado, mientras tapaba su nariz y parte de su boca para evitar aspirar el olor a cigarrillo. Eso le hacía mal a sus pulmones.

—Lo siento, pero sabes que no puedo estar sin fumar un día.... — explicó la peli castaña con cierta burla. Tirando el cigarrillo a la basura, ella dedicó una sonrisa juguetona.

—Y tú sabes que eso me puede matar, maldita fumona! — grito alterado, haciendo que sus mejillas se inflen levemente, en modo de puchero. En serio era muy infantil.

— Tengo dieciocho Satoru, ¡estoy en mi juventud! ¡Déjame disfrutar!

— ¡Disfruta, pero sin mí!

— Está bien, no fumare cuando estés presente, ¿feliz?

— Sí

Fue lo único que salió de los labios de Satoru, quién se sentó en la cama y estiró su cuerpo, viendo de reojo como Shoko abría las ventanas para que la habitación se ventilara, si los descubrían, ambos estarían en problemas.

Él por encubrirla y Shoko por fumar en un Hospital, sabiendo que no puede hacerlo, ya que era una adicta y estaba en un grupo de ayuda. Ahora que se lo pregunta, ¿de dónde sacó los cigarrillos?

—¿Oíste qué hoy vendrán nuevos pacientes? — Shoko volvió a hablar, su tono se convirtió en uno lleno de curiosidad y emoción.

—No sabía y tampoco me interesa
— respondió rápidamente, rodando los ojos con desinterés.

—Quién sabe y te enamores de alguno de ellos — bromeó la peli castaña con una sonrisa, picando la mejilla del contrario con su dedo en un intento de molestarlo. Lo logró.

— Shoko sabes que tengo novia, a la cual amo mucho

— ¿Yuna? ¿La que no te escribe y ni te llama?

— ¡Está ocupada! Sus padres ejercen mucha presión en ella!

— Ay Satoru, Satoru, Satoru, date cuenta, te está viendo la cara de imbecil

❝𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐭é𝐫𝐞𝐨❞ || [𝘚𝘶𝘨𝘶𝘴𝘢𝘵𝘰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora