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El beso era placentero y lento, no parecía desear más, solo rozar mis labios de manera dulce, como en los cuentos de princesas y sus príncipes.

Esto era muy diferente a los besos de Yuna, siendo fríos y sin chispa, obligada, quizás aveces pienso que se siente así. Ya no estoy seguro si me ama o no, su comportamiento me hace duder.

Me pone deprimido, desesperanzado, ella es lo único que conozco, nadie más estuvo para mí, soledad abundaba en mi vida, hasta que la conocí.

Amo sus palabras dulces, aunque aveces solo son mentiras disfrazadas, las pocas veces que la pude ver sonreír, fue cuando le compraba cosas materiales, podía ver su expresión de disgusto enmascarado ante algo hecho por mí.

No sé que hacer, necesito alejarlo, yo no puedo soportar esto, mi mente está nublada, todo mi ser tiembla, como si fuera una máquina, un robot que no sabe procesar los sentimientos.

El peli blanco apretó ligeramente el hombro del contrario, cerrando sus ojos con fuerza, Geto se alejó un poco, manteniendo su mano en la mejilla de Satoru.

—No te gusto, ¿no? — preguntó el azabache en un tono desanimado, mordiendo su labio por lo incómodo del momento.

—No puedo darte una respuesta ahora....Lo siento.... — respondió Satoru muy apenado, algunas lágrimas se asomaron, este bajo la cabeza un tanto avergonzado por su confusión.

—¿Por qué lloras? No has hecho algo malo.... — susurró Geto conmovido, limpiando las gotas de agua qué caían sobre la piel del contrario, un hincon en su corazón lo hizo temblar.

— Porque tengo miedo, estoy tan desconcertado, temo dañar con mis decisiones a Yuna y a ti....

El azabache sonrió enternecido, aunque la tristeza irradiaba en su mirada puesto que no tenía una respuesta clara y eso lo ponía ansioso. Sus manos recorrieron el cuerpo del contrario, aferrandolo en un fuerte abrazo.

— Está bien, no necesitas aceptar mis sentimientos, ella es más importante que yo, la amaste primero....

— Ese es el problema, ya no sé que es el amor o si confundo las cosas....

— Confieso que te ame desde el principio, cada vez que te hablo, Cupido pasa por ahí y dispara una flecha a través de mi corazón, sueno como loco, pero ¿no lo sientes tu también?

El peli blanco lo miró, río a carcajadas estruendosas, agarrándose el estómago como nunca, era tanta la risa, qué se sentía muy bien y encantado por su confesión, nadie le había dicho algo como eso.

— ¡Es la verdad! Quizás el inicio no fue un buen comienzo para nosotros, pero creía que tú ibas a cambiar mi vida y mira lo que hiciste, lo mejor que me ha pasado hasta ahora

Geto habló entusiasmado, explicando a detalle cada pensamiento suyo, desde que conoció a Satoru y como fue el impacto de él en su mundo, un gran giro.

Nunca en la vida creyó sentirse tan vivo como ahora, su mente me decía que murió el día del fallecimiento de sus padres, pero en este momento es diferente. Encontró a alguien por quién esforzarse y ser mejor, algo que jamás lo esperarías de él.

Todos los terapeutas y personal del hospital le dijeron que no podría reponerse nuevamente, ser el mismo, le daban por centado qué su depresión empeoraría con los años.

Ningún tratamiento le ayudaba, las pastillas cada día se le hacían necesarias para vivir, sin embargo las odiaba, asco sentía al tomarlas, repulsión por estar mal y no salir de aquella situación.

Quería cambiar, quería ser mejor, estar bien, como antes, disfrutar de los veranos en la piscina junto con sus amigos -los cuáles lo abandonaron por su depresión- o volver a ver películas por la tarde con su hermana. Su querida hermana.

❝𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐭é𝐫𝐞𝐨❞ || [𝘚𝘶𝘨𝘶𝘴𝘢𝘵𝘰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora