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La pelinegra lo besó con fuerza, mordiendo sus labios y un poco de su lengua, sus manos seguían en su cuello, asfixiandolo, pero no tanto para matarlo.

A Satoru le generaba asco, ella solo tocaba su cuerpo y se restregaba, no era la primera vez que hacía esto, ya había pasado varias veces.

Algunas ocasiones eran por celos, otras por inseguridad, jamás terminaban en algo más que algunos besos fogosos y caricias mortales. Era vergonzoso, sin embargo, nunca estuvo preparado para unirse íntimamente con alguien.

Le aterraba, le daba miedo equivocarse, de que lo tomen y después lo desechen como un pedazo de pastel. Por eso siempre terminó alejandola cuando la situación se intensificaba.

Aunque eso significaba una nueva discusión, en la cual yo me sentía culpable por no poder complacerla, recuerdo que me dijo que si no lo hacía, yo no la amaba.

Provocó en mí un terror a siempre servir a los demás, dejar que hagan conmigo lo que quieran, creo que temía que ella volviera con él al ver que no era lo bastante bueno.

—Eres mío, Satoru ¿Quieres que corte mi nombre en tu piel? Quizás así te queda claro a quién le perteneces

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—Eres mío, Satoru ¿Quieres que corte mi nombre en tu piel? Quizás así te queda claro a quién le perteneces.... — susurró la joven con una sonrisa sádica, disfrutando del dolor de él.

—N-no, Yuna, ya basta....Yo no quiero eso — sollozo el peli blanco entre jadeos, sus manos temblaban demasiado, no quería golpearla o herirla de nuevo.

—Por eso nadie te ama, eres como una puta barata, tu vida no te pertenece, solo eres un jodido muñeco.... — gruño Yuna en un tono desalmado y frío, agarrando con fuerza su barbilla.

— ¡Eso es mentira! ¡Tengo varias personas que me quieren!

— ¿Y por qué no están aquí para ayudarte?

— Porque....Ellos....

—Admitelo, Satoru, estás solo....
— sentenció de forma cruel, de repente sintió que alguien le tocaba el hombro, volteó confundida.

—Él no está solo, idiota.... — gruño Geto molesto, agarrandola por el cabello. La mujer gritó, rápidamente hizo lo mismo.

Ambos chocandose con todo a su paso sin soltarse, era un forcejeo feroz.

—¡¿Esto es lo único que tienes?! — Yuna río con fuerza, pareciendo una maníaca.

No esperó que el contrario le diera un cabezazo, lo que provocó que se fuera para atrás, agarrándose de la cama.

—¡¿Qué diablos te pasa?! ¡¿Por qué golpeas a una mujer?! — se agarró la parte afectada, viendo como se manchaban sus manos de sangre, de pasó que ensució las sábanas de Satoru.

—¿Mujer? No la veo, aquí hay una puta loca.... — respondió el azabache, este se sobo la frente, quizás le salga un moretón, pero se lo merecía.

❝𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐭é𝐫𝐞𝐨❞ || [𝘚𝘶𝘨𝘶𝘴𝘢𝘵𝘰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora