❝𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐭é𝐫𝐞𝐨❞ || [𝘚𝘶𝘨𝘶𝘴𝘢𝘵𝘰]

28

Itadori caminaba tan rápido por lo asustado que estaba, apenas podía seguirle el paso, la mirada aterrorizada en su rostro me mandaba un escalofrío a mis huesos.

—Has estado callado ¿Tan mala es la situación? — preguntó el azabache nervioso y confundido, tomándolo por los hombros. El contrario se quedó quieto sin emitir ruido.

—Yuji, vamos, háblame.... — demandó irritado por la intriga, lo volteó rápidamente para poder verlo mejor. No fue buena idea.

—Geto, Maki está muy mal, tanto que jamás la había visto así, está que se pierde a ella misma....Y temo que haga algo malo, no quiero que pase como el año pasado cuando tú.... — el más alto lo abrazó con firmeza, le aterraba que algunas personas lo recordaran de esa manera. Un sentimiento de remordimiento azotó su mente.

— No pienses en eso, todo saldrá bien, ¿si? Ella volverá....

—Quiero que todos volvamos a casa, Geto....No quiero estar enfermo....
— susurró el pelirosa devolviendole el gesto, escondió su rostro en el pecho del contrario, algunas lágrimas se formaban en sus ojos y eso era lo que menos quería.

Él debe de verse fuerte ante los demás, debe de ser esa persona que te haga reír, aun cuando toda su vida se esté desmoronando. Pero esto era demasiado para un frágil corazón como el suyo.

— Sanaremos Yuji, quizás ahorita nos sentimos así, sin embargo, no será para toda la vida, no llores, mientras este aquí, todo irá bien....Te lo prometo....

El azabache le mostró una sonrisa melancólica, quizás prometía mucho, algunas cosas estaban fueras de su mano, de su control, algunos no podrán salir nunca del Hospital o estarán medicados de por vida, no hay cura, solo un tratamiento.

— Sí, tienes razón, lo siento, solo que me pongo sensible....

— Ya veo porque Megumi gusta de ti y Sukuna....

—¡¿Qué?! — grito Itadori sorprendido, sus mejillas enrojecian ante esa confesión.

— Olvídalo

Apresuró el paso antes de que el menor le siguiera preguntando cosas, era muy fácil de leer las expresiones de las personas, así que sabe bien lo que uno siente, también porque es demasiado chismoso y se entera de todo.

Cuando llegaron al área dónde se encontraba la peli verde, el gemelo de Itadori salió de la habitación todo rasguñado y alborotado.

— ¡Suguru! ¡Maldita sea, por fin llegas! ¡Esa mocosa se volvió loca!

El de tatuajes chasqueo la lengua enojado, limpiando parte del líquido rojo en su labio, aquella joven dio una gran pelea. Todo eso ocurrió solo porque Sukuna intentó calmarla para que pudieran darle de comer, no resultó muy bien que digamos.

—Yo me encargo, llamen a Yuki o a Toji si es posible, necesito de su ayuda también.... — ordenó Geto con una sonrisa, dándole un leve apretón al contrario.

Este gruñó molesto, sin embargo, era una necesidad de cuidar a los demás, sobretodo a aquellas personas que le dieron una cálida bienvenida a él y sus demás hermanos. De alguna forma paga su deuda.

Geto sonrió por última vez y entró a dónde ella estaba, las ojeras eran notorias, sus brazos fueron amarrados a una camisa de fuerza, su pobre cuerpo temblaba de rabia y mostraba una expresión agresiva y a la vez afligida.

—Maki — Llamó en un leve susurro suave, acercándose lentamente hacia la cama, ella retrocedió instintivamente.

—Geto — murmuró la peli verde nerviosa, su respiración dejó de ser rápida, aunque se mostraba a la defensiva.