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¿Cuándo vendrá? ¿Por qué nadie oye mis gritos? Vengan a salvarme, por favor. Odido estar encerrado y solo, quiero que alguien me de un abrazo y algunas palabras de consuelo.

Sentía tanta comezón en mi nariz y parte de mis ojos, algunas gotas de sangre manchaban mis manos, eso me aterraba, jamás me gusto ver aquel líquido rojo, era asqueroso y horrible.

Mis oídos se avivaron al oír el pequeño sonido detrás de la puerta, estaban retirando la escoba que me tenía atrapado, era él, Geto vino a rescatarme.

El peli blanco se alegró tanto que no dudo en saltar a los brazos de su príncipe, algunas lágrimas bajaron por sus rojizas mejillas, apretando el cuerpo de su héroe.

—Geto, viniste, tenía tanto miedo....
— susurró Satoru con voz temblorosa, alzando su cabeza, enmudecio al encontrarse con un rostro diferente. No era él.

—Soy Mei Mei.... — respondió la peli celeste sorprendida, no sabía en dónde colocar sus manos, ya que no era cercana al contrario, tampoco quería incomodarlo con toques no deseados.

El joven trago saliva, rápidamente se alejó de la mujer, este limpió sus lágrimas por lo avergonzado qué se sentía, se agarró la cabeza un poco desorientado, sería la burla ahora de todos, peor aun, ella lo vio en ese estado tan deplorable.

—Lo si-siento, gra-gracias por a-abrir la puerta.... — trató de sonreír, pero falló en algo tan fácil, no se encontraba bien, no quiere que ella lo siga viendo así, con aquella mirada compasiva y lastimera.

Intento irse, sin embargo, su cuerpo hizo que tropezara, por suerte Mei Mei lo tomó por el brazo justo a tiempo.

— Satoru, tranquilo, cálmate primero....

— Yo te-tengo que irme....

— Déjame verte, por favor....

La femenina lo acercó, tomando su rostro para examinarlo, Satoru quiso llorar en ese momento, por la humillación de ser tan vulnerable en ese instante.

— Te ves fatal, siéntate

El contrario se sentó encima del excusado, mantuvo sus manos unidas, moviendo la pierna, era un tic que tenía. Solo ocurría en situaciones de extremo estrés.

—¿Me de-dejara marca? — preguntó el peli blanco nervioso, él no debe de tener alguna imperfección en el rostro, se burlaran y sus padres lo regañaran por haberse dejado lastimar de esa manera.

—No, solo es una pequeña fisura, sanara, hubiera sido peor una nariz doblada
— manifestó Mei Mei riendo levemente, se inclinó un poco, era claro que su espalda le dolería en está posición un tanto incómoda.

Sacó un pequeño paño, lo mojó con el agua —que estaba a una temperatura excelente— lo pasó por el rostro de Satoru con suma delicadeza, deteniendose cada que escuchaba un quejido por parte de él.

— ¿Estás estudiando medicina?

—No, pero tener a un doctor como padre, te ayuda demasiado
— respondió entre risas, ella recordó las veces que tenía que curar las heridas de su hermano, Ui Ui —quién paraba peleándose con otras personas que coqueteaban con ella— cosas de hermanos.

— Supongo, gracias a tus conocimientos me ayudas a tolerar el dolor....

— Ryu te hizo todo esto, ¿no?

—S-sí....Yo no quería problemas, pero al final terminó mal las cosas — murmuró el peli blanco asustado, desviando la mirada con aquellas gotas intrusivas qué amenazaban en salir.

Mei Mei suspiró, botó el paño a la basura, sacó de entre sus bolsillos unas curitas.

—¿Cuál prefieres? ¿El de fresas o estrellas? — ella mostró ambos diseños, una pequeña sonrisa se formó en su rostro, quería calmarlo y hacerlo sentir seguro.

❝𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐭é𝐫𝐞𝐨❞ || [𝘚𝘶𝘨𝘶𝘴𝘢𝘵𝘰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora