Alonso
andaba con la pera por lo que no había ido al liceo en toda la semana, y aunque la Kata no tuviera nada que ver, también la había evitado desde el miércoles cuando venía a cuidar a los mellizos.
no podía darle cara sabiendo que presencié como le sacaban la conchetumare a su hermano y menos porque no podía decirle donde estaba.
—No es que me molesté que esti acá... ¿Pero hasta a qué hora te vas a quedar, Alonsito?—el Dylan me agitó sus pestañas.—Quiero jugar al fornite.
—Juega po.—me acomodé mejor en su cama y seguí jugando en su computador.—A las siete se va la Kata.
—No puedo jugar si estai jugando tú con mi cuenta po.—dejó el mando de la play en el escritorio y se acercó a mí en su silla gamer.—¿Por qué estai evitando a la Kata?
me quedé quieto por su repentino interés en el tema y me terminaron matando.—Puta la wea, Dylan.—alejé el compu y miré a mi sangre que estaba mirándome atento.—Qué te importa.
—Estuviste bajo mi techo por una semana entera, dime po.—agarró el compu y se puso a teclear rápidamente.—Eri entero malo, me vai a hacer bajar del ranking.
—¿Te acordai del Cristiano?
—¡Obvio! Es como un ídolo para mí.—se rió.—¿Qué tiene que ver?
—Es hermano de la Kata.—apoyé mi espalda en el colchón y me quedé mirando el techo.—Y anda desaparecido, pero la wea es que yo sé donde está.
—Ah... Y no podi mentirle a tu bella dama.—se rió como aweonao.—Estai entero enamorao, Alonso.
—No habli weas.—me quejé y me dejó un sabor amargo en la boca.—Es solo que vo sabi en lo que ando metio po... Y el Cristián andaba conmigo.
—¿En la wea del Carretilla?—alzó la vista del compu y puso cara seria.—Eri entero aweonao, siempre te andai metiendo en weas tránsfugas.
—Necesitaba la plata.—le resté importancia.—A lo que quiero llegar es que el Cristián se mandó una caga y el Carretilla le sacó la conchetumare con palos, casi lo mata.—me tapó la cara.—Y yo no hice nada.
se quedó callado y pensé que era porque estaba decepcionado, pero podía escuchar perfectamente como sus dedos impactaban en las teclas.
—Pero tú no teni nada que ver po.—finalmente habló.—Aunque debiste haberlo ayudado, sé que no podiai.—se encogió de hombros.—Me llega a dar miedo la forma en la que te tiene controlado el Carretilla, como si fuerai su perro.
—No es así...—me quejé.
—Mira, hasta lo defendi.—rodó los ojos, dejó de lado el compu y me quitó las manos de ls cara.—Todavía no entiendo porque ignorai a la Kata.
—¿Sabi que me dijo su hermano? Que si no tenía nada que ofrecerle que me alejara.—me salió una carcajada seca, sin gracia.
—Pensé que erai ma vio.—sentí un dormilón en el brazo.—Vo teni que seguir siendo un romántico y estai del otro lado, mira...—se levantó de la silla, al mismo tiempo que yo me incorporaba y me sentaba en su cama.—La llevaste a un parque, conoce a tus hermanos, prácticamente sabe casi todo tu lore... La llevaste a conocer a la tía Sole, cuando a mí noma' me hay llevado.—dejé de mirarlo porque me dio vergüenza.—Le hay ofrecido casi todo de ti y eso es caleta.