SEIS

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Alonso

el Dylan se la había echado conmigo y todo porque me había tirado a su hermana.

pero la weona me cagó con veinte gramos de marihuana, así que yo también me la había echado con él.

—¿Van a seguir amurraos el par de weones?—pregunta la Aylin dándosela la vuelta para mirarnos.—Superen la wea.

—Mi hermana está en cana, Aylin.

le daba color el culiao. Quien no se había ido preso por microtráfico alguna vez.

—Por weona po, quien la manda a ser tan lanza.

—Si sabi el problema que tiene con la mota, eri entero perkin Alonso.—murmura sin mirarme, habían sido pocas veces en las que el weon de verdad se había taimado y al parecer ésta era una de ellas.

pero tenía que entender nomás, que la wea no había sido atado mío. Ella está lo bastante grandecita como para tomar decisiones razonables.

además yo igual estaba en el medio atado, el Carretilla de pura cuea no me había mandado al patio de los callados. Supongo que igual estar con él desde cabro chico servía como garantía.

—Ya... No peleen po, si son mis hermanos.—hizo un puchero la pelirroja, pero ninguno la pescó. A veces la Aylin vivía en una burbuja, y aunque era mucho mejor que siguiera así, nunca iba a poder entender la gravedad del asunto.—Oye Alonso, me contó un pajarito que te andai relacionando con la maraca del cuarto C.

dijo como quien no quiere la cosa.

me reí fuerte y pensé altiro en la castaña que no pasaba porque la encontraba entera falsa y aweona.

—Sí ¿Y?

—Vo sabi lo que me hizo po.—frunció el ceño. Hice una seña para que explicara mejor.—Se metió con mi pololo.

ah, como olvidarlo.

esa era una de las razones por las que le tenía mala también. La gente que andaba de patas negras no iba conmigo, lo encontraba poco leal consigo mismo.

—Igual el Matías ha estado con todas.—se metió el Dylan, provocando que la pelirroja lo golpeara.

estos weones parecían hermanos, los dos eran negros y tenían el pelo del mismo tono de rojo, como si se lo compraran en un dos por uno.

todavía recuerdo el día que llegaron los dos al mismo tiempo con el mismo color y ni siquiera se habían puesto de acuerdo. Les hice bullying como por dos semanas.

—Cállate aweonao.

—Vo eri la aweona que se las perdona todas.—comienzan a pelear a golpes, hasta que los separo.—Pa' que po, si sabi que tengo razón. ¿Cómo vai a ser tan weona, chica? Ni que tuviera el pico de oro.

—No me entendi, Dylan. Estoy enamora de ese aweonao.—lloriquea.

no me daba pena porque era de pura weona, si todos les habíamos advertido como era el Matías. Incluso desde antes de que fueran pololos, el weon nunca le había sido fiel y eso ella lo sabía.

—Pero eso no es culpa del Matías po, vo' eri la que no pone limites, Chica.—negué con la cabeza.

—¿Tú también, Alonso?—se queja dolida.—Hablan de weas que no saben, cuando se enamoren ahí los quiero ver sufriendo y van a venir llorando a pedir consejos.—nos apuntó a los dos con el dedo índice, enojada. Pero miramos con el Dylan y nos reímos nomás, cual de los dos tenía menos chance de andar como weones.—Y como yo no soy penca como ustedes, los voy a escuchar y a ayudar con mis futuras cuñadas.

COGOLLO CULIAODonde viven las historias. Descúbrelo ahora