Katalina (2/3)
la emoción me había hecho digerir bastante bien el completo o eso suponía porque a pesar de las mil vueltas que me había dado en el pulpito con el Alonso, había salido impeque.
todo lo contrario a él que parecía haber visto un fantasma de lo pálido que estaba.
—¿Estai bien?—me reí bajito mientras lo miraba.—¿Queri que nos vayamos?
—No, no.—negó y tomó una larga respiración.—Nos quedan juegos todavía.
tiró de mí y me llevó al siguiente, que eran los autitos chocadores.
tirité de la pura emoción y fui corriendo a uno rosado, mientras que él luego de encender el juego y hacer todo el show que me explicó antes, aunque si era sincera no había entendido nada, fue hasta uno rojo.
los otros autitos estaban en su mayoría estacionados en una esquina, por lo tanto había un gran espacio para nosotros. Sonó el timbre de partida y fue como si su cara hubiera cobrado vida porque tenía una sonrisa divertida en el rostro.
—Te voy a hacer pico.—le grité.
—Yo te voy a hacer pico a ti.
chocamos de frente y por la inercia casi salimos volando de no ser por los cinturones, intenté alejarme, pero el weon volvió a chocarme.
nuestras risas resonaban como eco en el lugar y por más que quisiera dejar de reírme, no podía. Me llegaban hasta a doler los músculos de las mejillas.
cuando nos aburrimos de chocar nos pusimos a conducir en círculos y luego cuando nos mareamos, nos quedamos frente a frente.
—Hagamos una carrera, el que pierde le concede un deseo al otro.—propuse, a lo que él rápidamente aceptó.—Ida y vuelta.
nos colocamos en posiciones y contamos a la par hasta tres, no eran tan rápidos los autitos por lo que era chistoso que ambos intentáramos ir más rápido y lo que más nos costó fue la vuelta, pero el weon me chocó mandándome a la chucha por lo que tomó ventaja y ganó.
—¡Weon tramposo!—me bajé del auto indignada y me salí del juego, escuché su risa detrás pero no me siguió, sino que fue a apagar el juego.
—Nunca dijiste que no se podía hacer eso.—se encogió de hombros.
mientras bajaba las escaleras del juego me pareció que notar todos sus movimientos casi como si estuviera haciéndolo en cámara lenta, por lo que me quedé pegada mirándolo y podía jurar que de mis ojos brotaban destellos.
» ¿Qué te pasó?—llegó a mi lado y me miró preocupada.
—Nada... Se me bajó el azúcar.—le resté importancia con la mano y miré hacia otro lado con vergüenza.—En fin, tramposo de mierda... ¿Cuál va a ser tu deseo?
—Voy a pensarlo.—se hizo el interesante y como ya se nos hizo costumbre, tomó mi mano y me guió hacia otro lugar.—¿Cuál iba a ser tu deseo si ganabai?
—Que me contarai weas sobre ti... Y algo que nunca le hayai contado a alguien, un secreto.—conté con vergüenza.
—Ah... Pero eso podi preguntármelo nomás po ¿Que queri saber?
—Comida favorita.
empecé piola y agradecí que no le pusiera color porque pensé que era de las personas a las que no les gustaba mucho hablar de sí mismo.
—Puré con salchicha y huevo frito... Y tomate.—se sobó la guata como si estuviera pensando en ello por lo que me reí.—Ah y los completos... ¿Y tú?