TRECE

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Alonso

—Cállate culiao.—le pedí amablemente al Dylan porque no dejaba de hablar tantas weas.

—Chiu, que andai sensible.—negó con la cabeza.—Deberías tratarme con más amor, soy el único weon que te queda ahora.

me reí, pero no porque me diera risa sino que la wea me parecía absurda.

la Aylin se había picado y por sus dramas culiaos se había llevado a mis amigos, pero daba lo mismo, de hecho mejor.

así sabía quién eran los reales, solo me quedaba con el Dylan y el Tomás.

aunque me tuvieran las weas hinchadas la mayor parte del día.

—¿No hay vuelto a hablar con la flaka?—preguntó el Tomás como quien no quiere la cosa.—La he visto harto con el Tony...

el Dylan se rió.—Te están quitando a la princesita. Con razón andai tan sensible.

y qué wea me importaba a mí

no sé que les había dado al par por wearme con la Katalina, si yo no les había dicho nada.

además hoy no pensaba llegar a la casa hasta que se fuera.

lo terrible es que la Margarita estaba como obsesionada con ella y la mencionaba a cada rato, me tenía chato.

—¿En qué pensai tanto, hermano mío?

el Dylan me miró con burla, pero no lo pesqué.

—Está pensando en la Kata.—le contestó el Tomás y así seguirían toda la clase.

decirles que pararan no servía de nada, al final me prestaba más pal show y pa que dijeran weas, así que los ignoraba.

después de que me pillaron mirándola una pura vez, me empezaron a wear.

ni que le hubiera jurado amor eterno a través de la mirada.

era más alharacos los weones.

miré alrededor y noté que estaba la Aylin sola echada en la mesa, no había nadie de su grupo.

me paré y me acerqué a la chica. Nunca fui buenos con las palabras y era casi tan bruto como mi papá para pedir disculpas, nunca aprendí a cómo decir lo que siento sin que me parezca aweonao.

—¿Vai a seguir fome conmigo?—me senté en el puesto al frente de ella, sus ojos oscuros me miraron e inmediatamente vi el desprecio en ellos.—Vo sabi que soy weon po.

—¿Pero por qué con ella po, Alonso?

—¿Con ella qué, Aylin? Si no pasa na oe.—rodé los ojos, se pasaba cualquier película.—Ya te expliqué todo oh, le dije que te pidiera disculpas noma.

—Seré weona.—bufó, me sobresalté un poco cuando tomó mi mano.—Te tiene aquí la loca.

apuntó al centro de mi mano y no pude evitar cagarme de la risa.—Ya chica... El odio te está cegando, vo sabi que vai primero en todo. Tú y el Dylan son mi sangre.

—No es eso, Alonso. Si yo sé que me queri y que soy tu hermana, como tú lo eri pa mí.—asentí con la cabeza, menos mal tenía claro eso.—Pero como la mirai Alonso... Y como hablai con ella, no me vengai con weas de que no te pasa na porque no soy estúpida.

me puse serio y no supe que decir. No porque tuviera la razón, sino porque no me iba a creer por más que le dijera que no.

» Primero el Matías y ahora tú... La odio, Alonso.—se llenó de rabia, pero la voz se le quebró.—Pero me pidió perdón en la mañana.

COGOLLO CULIAODonde viven las historias. Descúbrelo ahora