05 - Mi juguete

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Tomé aire y avancé arrastrando el miedo.

Conforme iba pasando en el área libre, los jinetes detuvieron su entrenamiento para observarme con recelo.

Todo estaba meticulosamente estructurado, había campos para practicar tiro al blanco con armas.

Tres hectáreas cuadradas para realizar combates cuerpo a cuerpo entre ellos.

Estaba al tanto de todo, el reino de Ardher se caracterizaba por la calidad de entrenamiento de soldados, sin embargo en este reino lo supera en todo, especialmente por lo estrictos y disciplinados que podían llegar hacer cada miembro y de cómo estaba estructurado cada equipo.

Soldados y jinetes Alfa, son aquellos que tenían más experiencia en batalla y mayor tiempo en entrenamiento, los informes señalaban que eran niños huérfanos cuyos padres murieron en el gran incendio de hace 10 años.

Luego están los soldados y jinetes Beta, entrenados como atletas para correr a mayor velocidad y ataque a larga distancia. Eran más jóvenes que los Alfas sin embargo tenían el mismo nivel de disciplina.

Después estaban los dos líderes de cada equipo y el líder general quienes se encargaban de mantener todo en orden y daba la última palabra como si fuera la voz del mismísimo rey.

Todos eran altos, la mayoría tenía la contextura fornida, imponente, los atletas Betas a diferencia de los Alfas, tenían su musculatura tonificada, no tan exagerada como los demás, debían controlar su peso por las extensas corridas que debían hacer.

Seguí avanzando con los guardias que me escoltaban y noté que habían pocas mujeres y en ellas no existía la palabra debilidad en su mirada ni en su contextura, eran fuertes, altas casi como los hombres.

No sabía que estaba haciendo aquí, temía por mi vida, de mi pequeño cuerpo y de mi salud mental. Llegué incluso a pensar que iba hacer una presa de entretenimiento para ellos.

Los guardias me guiaron para acercarme a dos hombres que estaban en un rincón cerca de un árbol de manzanas.

Uno de los hombres uniformados se acercó más rápido para susurrar algo a uno de ellos.

Segundos después el hombre que portaba un traje de entrenamiento se acercó a mí con cierto aire de grandeza examinándome de arriba a abajo, como si fuera una broma.

—Llegó nuestro nuevo juguete— sonrió ampliamente el hombre de cabello ondulado de color como la obsidiana y tez bronceada.

Quedé pasmada, mil pensamientos cruzaron por la mente, mis ganas de querer huir cada vez eran más intensas.

Todos dejaron de entrenar observando como leones hambrientos a punto de cazar a la gacela.

—Es mi juguete Tristán— dijo una voz que se proyectó atrás de mi.

Al voltearme rápido lo vi él.

El sujeto con belleza aterradora de ojos color miel.

No podía creer.

El tipo bronceado al escucharlo se enderezó desvaneciendo esa sonrisa juguetona que me había mostrado a duras penas cuando me vio.

—General.

¿Él era el general principal?

El rubio asintió centrando su atención en mi

—Vaya señorita Arlert, creo que hizo enojar al rey para que la enviaran acá— anunció al mismo tiempo que camino para estar frente a mí con su traje negro elegante con algunas medallas de honores en un costado de su chaqueta.

Ada (Máscara de secretos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora