33 - Monumento de hombre

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Ada

—Señorita Arlert—escuché la voz de Amelia en el fondo.

Apenas me moví un poco, sintiendo mi cuerpo pesado, como si las ruedas del carruaje me hubieran arrollado.

—Señorita Arlert, ya despierte por favor, es un poco tarde y debe desayunar son órdenes del general Draven. —Comentó mi doncella con un tono delicado y comprensible—La invocaron a una reunión, no sin antes debe desayunar.

Ignoré sus comentarios colocando la almohada encima de mi cara percibiendo un aroma que no era el mío, sino el de...

¡El perfume de Draven!

¿Qué?

Me senté de golpe, frunciendo el ceño, mis párpados pesaban por la luz del día y apenas podía notar dónde estaba. No lo podía creer...

La habitación de Draven.

¿Qué hice?

La miré a Amelia asustada y avergonzada.

—¿Señorita está bien?

—Amelia, estoy aquí.

—¿Si?— dijo insegura.

—En la habitación de Draven.

—¿Aja?— asintió algunas veces.

—Dormí con él.

—Oh.

—En su cama.

—Más ohh— dijo sorprendida.

—¿Qué te dijo?—me llevé mis manos a mi rostro evitando mirarla porque no sabía que pasaba por su mente.

—Bueno, me asusté porque no la encontré en su recamara, a si que fui a buscar a Sebastián...—comentó esbozando una sonrisa de oreja a oreja mientras movía sus manos para explicarme— pero rápidamente el monumento de hombre nos alcanzó y ordenó que le llevara el desayuno aquí.

—¿Qué?.

Carraspeó su garganta por lo que alcancé a escuchar.

—Señorita disculpe, es verdad... bueno, como le digo, bueno, el general Draven es todo un monumento, una escultura que está hecha para mirar y admirar. Es muy apuesto. Es alto, su rostro perfecto y varonil. Esa mirada intimidante que... No quiero faltarle el respeto o no.. se... disculpe— tartamudeo tratando de justificar su gracioso comentario.

—Pensándolo bien si es un monumento— aclaré recordando la madrugada que la pasé junto a él—porque sus expresiones son de mármol.

Amelia río tratando de acercarse un poco más.

—El general me indicó que usted estaba aquí y dijo con simpleza que durmieron juntos— se acercó a mí con el charol de comida— usted tuvo que haberlo hechizado.

—¿Por qué lo dices?

—No me lo tomé a mal, es un decir, bueno, él es muy arisco en relacionarse y ninguna mujer a dormido en su cama. Es lo que he odio y lo sé por mi tía que es quien se encarga de llevarle los alimentos.

—¿Y su ex pareja?, me refiero a Margot.

—No tampoco, ella se apegaba mucho al general, si, pero hasta donde sabía él la echaba de la habitación, siempre lo consideré amargado y patán con el trato hacia las mujeres.

—Ella parecía como una babosa a una planta— solté mi comentario.

—Si— dijo entre risas—No me corresponde decirlo, pero solo era atracción, y el general Draven nunca mostró tanto interés como lo hace con usted. Incluso Sebastián se asustó cuando nos dijo que durmieron juntos, dio un sermón sobre ustedes y de cómo la debía cuidar.

Ada (Máscara de secretos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora