19 - Es más cruel que yo

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Han pasado tres días desde el incidente. Lily no ha vuelto a aparecer en mi habitación y, tal como solicité personalmente al rey, Draven tampoco ha hecho acto de presencia, lo cual era un alivio para mí.

Ahora, me encontraba de pie junto a la ventana, observando el jardín. Desde allí, veía a las visitas disfrutar de la brisa y el pequeño paseo. La señorita Olydia parecía estar en excelente compañía aferrándose al brazo de Draven como una chica muy mimada y enamorada.

Preferí ignorarlos, así que me dirigí hacia mi silla para retomar la investigación y revisar lo que había encontrado esta mañana.

Algo que no había mencionado era un punto importante en toda esta situación, tanto mi tío como mi papá murieron de una manera trágica, ambos sin rostros en la frontera que conectaba Alargmonth de Bellinberg. Lo más probable es que el mismo asesino estuvo detrás de ellos también.

Según los informes de los guardias, había transcurrido una semana sin nuevos asesinatos. Aunque no podía descartar que el rey estuviera detrás de estos hechos, por ahora debía apartar esa posibilidad. Mi principal sospechoso seguía siendo el señor Wolanski, el consejero del rey Aros. Y, no menos importante, Lily podría ser su cómplice, quizá involucrada en un plan para asesinar al rey... o a mí.

Otra teoría que merodeaba por mi mente era que mi padre no era un santo, quizás tenían negocios turbios y lastimosamente recaía en mí ese mal.

Los golpes en la puerta interrumpieron mi concentración y como era de costumbre me levanté para abrir cautelosamente la puerta.

Era Sebastián como siempre pulcro, elegante, con una sonrisa de abuelo que calmaba todos mis temores.

—Señorita Arlert, he venido para presentarle a su nueva doncella, Amelia.

La joven, que parecía ser mayor que yo, realizó una elegante reverencia. La observé con detenimiento, era un poco más alta que yo, con un cabello color caramelo recogido de manera firme y ordenada. Su flequillo, perfectamente recto, caía justo sobre sus cejas, ocultándolas parcialmente. Sus ojos azules, llenos de una amabilidad genuina, brillaban al mirarme, transmitiendo una calidez que contrastaba con la frialdad de nuestro alrededor.

—Un gusto señorita Arlert, me aseguraré que se sienta cómoda en este lugar— volvió a hacer referencia algo torpe, pero feliz.

—Espero no causarte problemas— me limité a decirle.

—¿Está usted bien?—preguntó Sebastián, su mirada ahora cargada de preocupación.

—Sí, sólo un poco cansada. He estado todo el día revisando los registros y, además, me siento algo nerviosa por la fiesta de la señorita Dione. Me acabo de enterar de que también debo asistir.

—Si estoy al tanto de ese detalle y de lo que sucedió en la reunión— replicó rápido.

—¿Podría saber qué le pasó a Lily?.

—¿Es otra preocupación que le atormenta su mente?

Asentí, confirmando que había acertado.

—No es una respuesta que me corresponda ofrecerle, espero que lo entienda —respondió con una actitud cortés pero firme.

—Lo comprendo... ¿podría hablar con el rey sobre este tema y también sobre algunos hallazgos que he hecho en relación a los crímenes?

Él alzó una ceja, y su rostro reflejó una clara incomodidad ante la inesperada pregunta.

—En este momento, el rey Darian se encuentra en la sala del trono. Debe solicitar una audiencia con varios días de antelación.

Sabía que su respuesta sería un rotundo no, pero, al mismo tiempo, podía percibir la sutil indirecta que se escondía entre sus palabras. Como si, en el fondo, me estuviera dando permiso para romper las reglas y aventurarme a buscar al rey por mi cuenta.

Ada (Máscara de secretos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora