39 - Pequeña dama

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4 años después de la invasión del sur...

Se la creyeron.


Ada

A través de la ventana se veía pequeños puntos naranja que ascendían y descendían como estrellas fugaces.

Eran alrededor de las cinco y tanto de la madrugada que el cielo se veía completamente oscuro, tanto que podía ver esos destellos que para mi no era un buen augurio.

—Son esferas de pólvora, señorita— replicó el jinete Vincent, portando un uniforme de batalla que, aunque diferente al de entrenamiento, compartía el mismo color negro. Llevaba una camisa de cuero licrada gruesa y, encima, un protector que a simple vista, parecía frágil, sin embargo, era tan resistente que ninguna bala podría atravesarlo. Sobre sus hombros llevaba dos capas de hombreras con bordes reforzados de un tono dorado, y cinturones de cuero alrededor de sus cinturas que sostenían sus armas. Al juzgar por el traje pertenecía al equipo Beta, el líder Lien estaba haciendo compañía al rey quien se quedó con nosotros por órdenes de Draven.

A estas alturas me encontraba delirando por la falta de sueño, aunque todavía quería estar despierta para saber alguna noticia del malhumorado general.

Me cruce de brazos observando a mi alrededor, luego otra vez me detuve mirando al jinete Beta quien estaba de pie al lado junto al rey, era un claro ejemplo de la tranquilidad pese a la inquietud de sus compañeros y la mía que no he dormido por casi tres días.

El rey estaba sentado en su trono, concentrado leyendo un libro que sostenía con una mano, mientras la otra reposaba sobre el mentón de su máscara. De vez en cuando, tosía con creciente intensidad, me daba a entender que era solo una excusa para no ir a la batalla o de verdad estaba enfermo.

—Vincent, si la discusión ocurrió en el sur, ¿Por qué estamos todos reunidos aquí como si estuviéramos en guerra? —solté, finalmente expresando la duda que llevaba rondando en mi cabeza desde ayer cuando el rey decidió reunir al resto del equipo.

—Son protocolos establecidos —respondió, su tono firme y tranquilo—Siempre debemos proteger al rey, incluso si la protesta está a dos reinos de este. Nunca se sabe cuándo intentarán atentar contra su vida. Esto es algo que hacemos cada vez que ocurre algo fuera de lo común.

En parte tenía razón, pero aquello no dejaba de parecerme una exageración. Nos sentíamos como si estuviéramos en medio de una guerra, todos resguardados en un solo lugar. La rutina se reducía a ducharme, a comer poco y de vez en cuando, hablar con Amelia, solo para no dejar que el miedo de pensamientos negativos me consumieran.

En el salón, estaba un tercio del equipo Alfa reunidos sin su líder, pero en esta ocasión eran guiados por un joven de piel color chocolate, casi la cabeza rapada, con facciones rudas y una mirada feroz que iluminaba sus ojos verdes. Su altura y complexión imponían respeto. Era el único cuyo traje no tenía mangas largas, lo que dejaba al descubierto unos brazos tonificados, esculpidos por años de entrenamiento riguroso. Cada músculo  y cicatriz parecía hablar de su disciplina y su fuerza, una evidencia silenciosa de lo que había logrado a través de su constante esfuerzo. 

Durante los pocos días que he estado aquí, escuché a Amelia referirse a él bajo el seudónimo"Chocolate con menta", por su color de piel y ojos verdes. Otros lo llamaban escarabajo y algunos que no tenían la confianza necesaria lo llamaban por su nombre Hansel.

El tipo fortachón caminaba de un lado a otro con su expresión endurecida con dos espadas que posaban en su espalda, era inevitable no mirarlo, sus herramientas de guerra parecía que medían casi mi mismo porte.

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⏰ Última actualización: 6 hours ago ⏰

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Ada (Máscara de secretos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora