37 - ¿Seguimos hablando de caballos?

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Draven

—Que este lejos sería una buena idea— dije pensando en voz alta mientras intentaba concentrarme en los nuevos informes sobre el ingreso de candidatos para formar parte de los nuevos jinetes y las ofertas de nuevos caballos para el área—Dione que te parece este niño para tu equipo.

Ada.

Ada.

Solo vino a causarme un fuerte dolor de cabeza al enterarme que salió del palacio como si pudiera hacerlo cuantas veces quiera.

Tan testaruda que no entendía el peligro.

Ella no era consiente de que la estaba protegiéndola de Allan Roltuf, asesino, ladrón y por desgracia su verdadero padre.

—Mmm me da ternura, no,  muy débil— afirmó apenas le echo un vistazo a la hoja.

—Claro, es una excelente idea ilusionarla nuevamente—interrumpió Sebastián— para romperle el corazón y mandarla lejos—dijo en un tono melodramático el consejero del rey, quien había estado como un parásito junto a mi después que regresé con Ada.

—No es lo que tú crees.

—¿A cuántas piensas lastimar? Margot, lucelia, bueno ella no cuenta tanto, pero ¿Qué?, tu última en la lista quién es Ada— insistió Sebastián dejando algunos documentos adicionales.

—No es lo que piensas.

—Margot, esa tonta, siempre me cayó como la grasa de un cerdo—enfatizó cada palabra Dione expresivamente—Hasta la fecha me hago la misma pregunta. ¿Que le viste a esa inservible?

Negué con la cabeza mientras me tocaba la sien con una mano, intentando recuperar el control de la situación.

—Señorita Dione, he tenido que lidiar con su hermano, porque me queda claro que no quiere estar con Ada.

—Hermanito guapo, no, no y no— insistió mirándome con esos ojos fastidiosos de color verde—Ada esta muy ilusionada contigo. Espero que seas hombre y sientas lo mismo por ella. por qué... lo sientes, ¿verdad?—me cuestionó un poco insegura.

—No, no la quieres, pero ella a ti si— me regañó el consejero como si supiera mi respuesta,  negué con la cabeza como si fuera un no— estas a tiempo de dejarla libre y se que al menos Vernon la querrá, se ve que tiene buenas intenciones.

—Si la quiere, para revolcarse con ella— medio me reí—desde cuando actúas como padre sobreprotector con Ada.

—Desde que cada vez que te le acercas le brillan los ojos.

—No tengo la culpa de ser atractivo— lo dije muy seguro—Ahora ya estoy cansado de tantos reclamos de tu parte, ve a buscar a tu rey. Nos estas distrayendo, hay trabajo por hacer.

—Bien— se levantó un poco indignado Sebastián—espero que Dione te pueda convencer que enviarla lejos es una mala decisión.

Ada, tan insípida que me encanta, tan dulces que me enloquece, tan directa que me desafía y tan silenciosa que me desesperaba. Ahora en tan poco tiempo era más suelta, se adaptó a mi, a mi temperamento, a mi agarre, a mis besos, a mis palabras fuertes. Ella me aceptaba como el monstruo sin máscara que solía ser siempre.

Quería que esté en mi regazo, que me acaricie el cabello, la nuca o mis hombros. me encantaba que sus pequeñas manos se atrevieran a eso.

Quería ver como se sonroja cada vez que beso su cuello. Quería ahora acariciar sus perfectos pechos e ir más allá con ella. Con solo pensar en lo que hicimos en mi oficina, mi miembro se despertó.

Ada (Máscara de secretos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora