17 - Hombre de hechos, no de palabras

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Ada

Lily me despertó de una forma que hizo que mi corazón diera un fuerte latido, me molestó de sobremanera en cómo entró a la habitación totalmente alterada.

—Señorita Ada, buenos días, la desperté terriblemente, me disculpo, pero no se que sucedió con el rey Darian ayer, pero está que le carcome el enojo, unos guardias vendrán a llevársela.

Esto no me puede estar pasando. ¿Será que Draven fue a contarle todo? era lo más probable.

Mi mente estaba recapitulando la noche de ayer, especialmente donde Draven me confesó que quería besarme, es un gran contraste con lo que me acababa de comentar Lily.

Era una tonta, estaba muy segura que Draven le contó sobre el descubrimiento de las máscaras que ahora el rey estaba enfurecido porque le había ocultado.

—¿A dónde me llevarán?— Cuestioné con mis ojos entrecerrados por el sueño.

—No lo sé, prepárese, y por favor no le diga que yo se lo comenté.

Repentinamente escuchamos los fuertes golpes de la puerta, automáticamente Lily corrió a esconderse al baño como un ratón asustado y yo en cambio, mi cuerpo reaccionó a lo contrario que mi mente pensó en este momento, simplemente me levanté apresurada, mi mente dijo escóndete, pero mi cuerpo solo se quedó ahí de pie al borde de la cama, antes de que diera un paso, los guardias ya abrieron las puertas.

—Señorita Arlert tenemos órdenes de nuestro rey, debemos llevarla a un lugar.

—¿Dónde?.

—Lo sabrá cuando la llevemos—dijo serio.

Aquellos hombres a duras penas me permitieron ponerme unos zapatos cómodos.

Caminé con los brazos cruzados cubriendo mis pechos como defensa y protección, para que ellos me sacaran casi a la fuerza quería indicar que algo grave estaba sucediendo. Giraba mi cabeza de un lado a otro y cada guardia estaba en los pilares del palacio, habían más de lo habitual.

El silenció se hizo cada vez más fúnebre, el frío que merodeaba el largo pasillo era torrencial, mis pensamientos negativos no ayudaban para nada en mantenerme calmada, era algo que no podía controlar.

Sentía mucho miedo. Más miedo que cuando el mismo rey Darian confesó que sabía quien era el asesino y yo debía encontrar si o si como una especie de juego el que que yo era su peón.

Bajamos del primer piso, lo primero que pensé es que me llevarían a la horca o me decapitarían en una parte del palacio que desconocía, no quería seguir pensando en las diferentes manera de morir, no en estos momentos.

Llegamos a otra puerta, una de tantas que se encontraban en este interior, la diferencia era que esta al parecer diseccionaba otra salida, lo deduje por los árboles que podía ver a través de la ventanas.

Se abrieron dando apertura a mis ojos para observar un sencillo jardín donde el color predominante era el verde, resaltando a duras penas el color blanco de las rosas que estaban ahí.

—Puede recorrer el jardín— dijo uno de los guardias.

Aquellas palabras eran extrañas, no tenía permitido recorrer libremente el lugar, me pareció absurdo lo que que había dicho aquel hombre, debía ser realista, me encontraba en camisón, mis brazos cubrían mis pechos porque no traía por debajo nada puesto, no había desayunado y me levantaron casi que asustada.

Si llegaba hasta al centro donde estaba la fuente de agua, podría aparecer Draven o algún jinete Beta en cualquier punto de los ventanales del palacio dispuesto a dispararme con una ballesta.

Ada (Máscara de secretos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora