24 - Ella es N-ada para mí

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Draven

Quería asesinarlos a todos los que estaban en este palacio mediocre. Apuesto que si estuvieran en Alargmonth las tropas serían más fuertes y disciplinadas. A veces me preguntaba si Alastor realmente estaba haciendo bien su trabajo. Todos sus jinetes eran blandos, con lombrices en la cabeza en lugar de neuronas y sobre todo eran débiles.

Me estoy desesperando más y más, ha pasado una semana desde que Ada desapareció, una semana en que no había ninguna noticia de su paradero. Una semana donde mis emociones se han desatado por encontrarla.

Necesitaba ver sus ojos grises sin vida, su delgada figura, su rostro sin ninguna expresión, esa mujer insípida que solo ha ocasionado travesuras desde que llegó a nuestras vidas.

Recordé que Olydia vino hacía nosotros angustiada diciendo que Ada aprovecho la oportunidad para escaparse.

No la creí capaz, no puede dejarnos con una investigación a medias.

Toda la mañana me rompí la cabeza pensando que ella me había dejado por ser un imbécil. Sin embargo no me arrepentía de nada, no me importaba tampoco, ni siquiera los sentimientos de las personas.


Si la verdad le dolía, prefería eso a una vil mentira.

¿Buscarla?, o ¿no?, si la buscaba sería perder mi tiempo, pero si no lo hacía ella seguiría en mi mente como si estuviera prendida como un estúpido piojo en mi cabeza.

Un solo día me bastó para movilizar a ambos reinos. No he dejado de cabalgar, buscando día y noche en los bosques. Llevamos dos días sin descanso, y tres días dividiendo a mis hombres para que no se detuvieran hasta encontrarla.

El recuerdo de su mechón de cabello, de su dulce aroma, de sus ojos grises, de sus intensos besos seguían latentes en mis pensamientos.

Quería jugar con ella, divertirme al ver sus expresiones inocentes cada vez que comentaba algo de doble sentido.

—Deberías descansar— interrumpió Alastor de pie mirando el mapa que ya hemos estudiado de memoria para saber que otro punto podría estar Ada.

—No te hará caso— intervino Sebastián tomando su estúpido te de manzanilla que según el calmaba los nervios.

Ella se fue.

Huyo solo por que le dije la verdad.

Cobarde.

Fui sincero y directo. En realidad, creí que ella sabía que era hija de Allan. Quería descartar la idea de que lo estaba ocultando, no solo una vez, sino varias.

¿Cómo me permití lastimarla con esa cruda verdad?.

De repente vino a mi mente la expresión de preocupación y decepción de Sebastián al contarle todo lo que le dije a Nada. Solo se limitó a escucharme, esperaba un consejo pero solo tuvo la osadía de decir "No puedo aconsejarte, solo lo hago con el rey". Cuando le convenía usaba su título viejo de mierda.

—Me encargaré de seguir buscando en otros reinos, es posible que esté allí. Comenzaré por convencer a Aros, si te parece bien.

—Si ella escapó dudo que regrese a Bellinberg.

Alastor dejó de prestar atención al mapa y se acercó a mí sentándose en una de las butacas. Mientras que Sebastián seguía como una estatua en su puesto sin mirarnos.

—Hagan de cuenta que no estoy aquí.

Los ignoré, solo mi vista se enfocó en el vaso de ron que tenía a un lado y en el arma de fuego que reposaba en el escritorio.

Ada (Máscara de secretos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora