[1] Cambio de planes.

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—Clases de inglés a las dos de la tarde. ¿Te parece bien?

—Sí, sí, sí, lo que sea— respondí mientras peinaba mi cabello.

—Bien, esa será la rutina de mañana.

—Ya te puedes retirar. Gracias.

—Con permiso— salió de la habitación cerrando la puerta.

—¡Ah! Qué flojera— me estiré sobre mi cama, soltando sonidos extraños.

Mis ojos se cerraban poco a poco, pero toda mi relajación fue interrumpida por el sonido de mi celular, que retumbó por toda la habitación.

Estiré mi mano hacia el buró y agarré el aparato, aplasté de inmediato el botón verde y lo pegué a mi oreja.

—Buenas noches— hablé con respeto, tenía una imagen que mantener.

—Sí, hola— la falta de respeto y forma de hablar callejera me hicieron alejar mi celular y ver que se trataba de un número sin registrar, era hombre, tenía un tono grueso y a la vez voz de niño.

—Sí. Disculpe, ¿Con quién tengo el gusto?— pregunté un poco confundida mientras me sentaba en la cama.

—Sí, hola...

—Sí, estoy aquí. Dígame— mi cara de confundida tenía que ser leyenda. No entendía que pasaba, ¿La señal está mala?

—Hola...

—¿Es una broma?— aparté mi celular de mi oreja y vi las barras de la señal, estaban llenas.

—¿Con Ami?— rápidamente me paré de la cama con el celular en la oreja e histérica.

—S-sí, con la misma. ¿Quién habla?— sujeté el pomo de la puerta dispuesta a salir en busca de ayuda.

—No vaya a salir, señorita. Si busca ayuda le disparare al presidente, digo, su padre— miré a mi alrededor con rápidez y me asomé a la ventana buscando al hombre misterioso.

—Señor, ¿Qué son estas bromas? Parece un niño de cinco años, voy a llamar a la seguridad de la casa si sigue con sus chistesitos— cerré las cortinas de golpe y colgué el teléfono, lanzándolo en algún lugar de la habitación.

Con pánico caminé hasta el teléfono convencional y llamé a mi papá.

Tres tonos y no lo cogía.

Mierda.

Corrí hacia la puerta y cuando intenté abrirla está no se abrió. En cambio, tuve que ponerme a forcejear con una fuerza descomunal mientras soltaba gritos desesperados para que alguien viniera a mi rescate.

—¡Papá! ¡Lili! ¡Andy!— llamé a mis dos "profesores" pero nadie vino.

¿Qué rayos está pasando?

Me armé de valor, abrí el balcón de mi habitación y me asomé buscando a la seguridad de abajo.

—¡Señor Choi!— grité al cabezal— ¡Señor Choi!— pero mis gritos nadie los escuchó.

Escuché como el teléfono convencional empezó a sonar y corrí tropezando con absolutamente todo hasta tomarlo.

—¡Papá, algo raro está-

—¿Qué pasa, Ami?— escuché la voz del mismo hombre que llamó a mi celular.

—¡Déjanos en paz!— las lágrimas empezaron a salir con rapidez.

—Temo que es algo que no puedo hacer, pero lo que si puedo hacer es llevarte conmigo, ¿vienes?— escuché como soltaba unas risitas mientras yo me cagaba de miedo.

—Coma verga.

Corté, y corrí a toda velocidad al balcón, me apoyé en una maceta con el pie y me tiré del balcón a la fuente de la entrada. Sabía que era bastante onda, ya que hace unos años casi muero ahogada allí.

Nadé hasta el borde y salí de ella con la pijama empapada, está era de peluche por lo que se hizo sumamente pesada cargarla y tenía que correr.

Así que me quité el pantalón quedando en bragas, pero lastimosamente no traía sostén por lo que tuve que dejarme la camiseta.

Corrí tratando de que nadie me viera, y era obvio que nadie me iba a ver, todos los guardias de seguridad estaban tendidos sobre el piso dormidos, lo supe porque aún respiraban.

Le quité una pistola a dos guardias y verifique que tuvieran balas.

Mi papá sabía que algún día pasaría cosas como estás y que por eso debería aprender a pelear, manejar armas, el quería que yo aprendiera a sobrevivir.

Corrí alrededor de toda la casa, y ahora que lo hago me arrepiento de vivir en una mansión tan grande.

Me estaba ahogando y las piernas me quemaban, hacía frío pero igual me quemaban.

Iba a pescar una pulmonía nivel Dios estando mojada, en bragas, y con semejante viento.

Mi objetivo de correr por todo el "palacio" era llegar a la puerta de servicio, lo más seguro era que hubieran bloqueado la puerta principal desde adentro como hicieron con la puerta de mi habitación.

En este juego estaba sola, y yo era la única que podía salvar a mi "familia".

Mire de un lado a otro asegurándome de que no hubiera nadie, también era algo estúpido, ya que era de noche y por la cantidad de árboles mezclándose con la oscuridad era imposible saber si alguien me veía.

Cuando iba a abrir la puerta me arrepentí.

Mi cerebro se había iluminado y habia sacado del baúl de recuerdos que mi papá hizo una "guarida" secreta en el jardín con armas, chalecos antibalas y demás cosas necesarias.

Cambié el plan y corrí hacia el jardín.

Una vez allí coloqué la clave de la puerta principal y entré. La seguridad se volvió a activar estando segura de que nadie entraría.

Moví unas cuantas macetas y en el suelo estaba la puerta por la que debía entrar, bajé las escaleras adentradome al suelo y por ahí mismo cerré.

Prendí las luces de la gran habitación de armas y municiones, además que aquí también había una túnel que llevaba a la sala principal del presidente, o sea mi padre.

Busqué entre todo esto ropa de hombre o lo que sea para vestirme.

Encontré unos pantalones negros que me quedaban sumamente gigantes así que tomé la liga que cargaba en mi muñeca e hice un nudo horrible, pero funcionaba para agarrar el pantalón.

Busqué una camiseta, ya que la cargaba se podían notar mis pezones y no solo eso, estaba mojada y me iba a enfermar.

Me puse la camisa y agarré un chaleco poniéndome sobre la camiseta, cogí las dos pistolas que antes le robé a los guardias, las guarde en los bolsillos del pantalón, tomé una ametralladora y en una mochila guardé un montón de balas, claro, solo del tipo que necesitaba, guardé unas cuantas en mis bolsillos, más una pequeña navaja.

Dispuesta a abrir la puerta del túnel, detengo mis movimientos cuando escucho que alguien viene de la sala principal usando el túnel.

Qué verga.

You don't own me [Jungkook] [Terminada].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora