#Capítulo 8 🖤

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Patrick

"Como cual ave yo me quedé a la cacería."

Quieto y totalmente a la deriva estando presente físicamente pero lejos de ella en espacio y tiempo.

La chica estaba ahí.

Y aunque no la conocía, no sabía nada sobre ella y mucho menos habíamos podido tener una plática como dos personas civilizadas.

Al verla a la distancia, distraída y absolutamente decidida hacer cualquier cosa.

Yo no pude mover ningún músculo, no pude salir de ahí.

Por alguna razón aguarde en el mismo punto hasta que sus pasos se alejaron cada vez más.

Y aunque sentí curiosidad, no la seguí, la vi saliendo de su habitación, también la vi cuando su caminar despreocupado atravesó cada pasillo. Con esos jeans apretados que le quedan tan bien.

Y cuando llegó a las largas e infinitas escaleras pensé en todo lo malo que por ser ingenua le podía ocurrir. Y por eso teniendo el pase libre para irme, no me fui.

Me pregunto cómo las personas que sienten demasiado pueden dejar ir a alguien sin siquiera intentarlo.

-

Mis ojos se posaron en ese pequeño espacio de apertura que nos distanciaba, en ese estrecho en el que ella podía correr y salir y dejarlo todo atrás. Y que yo podía seguir mi camino ignorando su jugada.

Pero a mí por algún motivo esa chica me importaba.

Me pregunté cual era su plan... ¿Escapar? ¿conseguir algo?

Podían ser miles y millones las respuestas, pero la verdad era que incluso haciendo una tontería esa chica lucia hermosa.

No importaba su aspecto físico, ni siquiera si me dirigía la palabra o si sus ojos se cruzaban con los míos.

Yo podía ser invisible para ella, pero ella no para mí.

Era guapa de todas las maneras posibles, mantenía una belleza delicada y pura frente a mis ojos y aunque realmente podría decir que estaba totalmente jodida en temas de comunicación.

Esto era algo que yo podía ignorar sin ningún problema, puesto que teniéndola cerca mis sentidos hacían todo para no dejarla escapar.

-

Un fuerte golpe dio justo en su dirección.

Al notarla, sus cosas caían por las escaleras, sus pasos fueron firmes y rápidos.

Esa reacción hizo que por algún motivo yo quisiera ir detrás, evitando que diera un mal paso y su cuerpo cayera de bruces contra las escaleras.

Pero detuve el paso cuando está me noto.

El corazón no me caía en el pecho y me encontraba sólo a centímetros de ella, tan cerca que casi podía cogerla de la cintura.

Fue imposible escapar de mi temible impulso de protegerla, sus rodillas estaban semi dobladas y sus manos recogían aquellas cosas que le pertenecían, estaba distraída.

Hay momentos en los que incluso nos olvidamos de como hablar.

¿Luz?... Mi voz sonó de una manera tan ronca que hasta yo la desconocí.

Sí, respondió ella levantando la mirada para conectar conmigo y esa sensación de caos que se dispersó en mi interior fue la que me confirmo que esta chica me estaba volviendo loco.

¿Qué haces aquí?

-Lo siento yo...

-

Escuche atentamente sus respuestas.

Ella sabía cómo actuar o tal vez sólo era yo quien a ese punto estaba perdiendo el juicio por su culpa.

Su manera de ser me dominaba, era como si de algún modo la chica siempre sintiera la necesidad de tener el control absoluto sobre mí y eso me mataba, que siempre tuviera algo que decirme, que parecía ser que mi presencia le molestaba, pero aun así, siempre su mirada demostraba otra cosa.

Y eso era algo que me estaba volviendo loco.

¿Siempre eres tan entrometido?

Y tú ¿siempre eres tan mal educada?

Nadie me provocaba así, a ese punto de tener rabia por hacer todo complicado y crear una atracción tan profunda que pedía contacto y cada vez más de ella, más atención y más tiempo aunque fuera tratándonos mal.

Y es que con ella era fácil romper todas las reglas pese a que por mi mente en los años de trabajo que llevaba jamás tuve el tiempo, ni las ganas para querer romper alguna.

-

Ignoré cada alerta que se pudiese cruzar, no pensé en las advertencias y menos en el montón de cámaras que se encontraban a nuestro alrededor.

Sólo había espacio para esas miradas tan cómplices, y esos labios tan hermosos que por algún motivo yo no podía dejar de mirar.

Por eso reaccione casi sin ser razonable. Me acerqué tanto que su olor se impregno al mío y al darme cuenta su cuerpo de encontraba junto a mí, tan pegado que ya no habia ni siquiera algo que pudiésemos llamar "distancia personal."

Su olor era dulce, casi tan empalagoso que me abría el apetito.

Fue lo peor que pude a ver hecho, conocí su calor, su aroma y casi por resultado me atrapé en ella, en solo cuestión de segundos.

Ahora nunca podría olvidarla y la asimilaría siempre a todo lo dulce que me rodea, chicles, algodones de azúcar o vainilla.

Por poco olvidé donde estaba, la hora que era y sobre todo las reglas de aquella facultad.

Cuando reaccione la incomodidad y el silencio nos hizo la presa perfecta, seguía rodeándola con los brazos por la cintura, estaba tan cerca de su cuello ya casi lo podía besar, su pulso estaba agitado, y por algún motivo Luz parecía a ver dejado de respirar.

Así que cuando soltó un largo suspiro y ella me dirigió la palabra, opte por salir de ahí.

-Quítate idiota que no ves que no me dejas espacio.

Aunque dejarla ir no fue lo más sencillo, abandone las escaleras convencido de que al menos esa noche habría un motivo por el cual Luz no dejaría de pensar en mí y yo no dejaría de pensar en ella.

LA CHICA DEL TORDO [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora