#Capítulo 36🖤

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Entonces llego a ese punto donde pienso que cometemos un montón de errores a la hora de querernos, de esta manera tan diferente profunda. Porque agoto todo el amor que tengo en el pecho y siento que ya no puedo querer de la misma forma a nadie más.

Y deseo tantas cosas en soledad, como poder conocer su dirección, entender su vuelo y hacer que el ave que tanto anhelo, me vuelva a querer.

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Supongo que así estaba escrito mi destino, quizás algo en mí sabía que desde el día uno las cosas terminarían de la misma forma que empezaron.

Por qué me sentía igual, con la misma sensación en el pecho de vacío, con la misma pena de cuando llegue aquí y pise la facultad por primera vez.

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Y aunque decidí quedarme un rato más solo por si Patrick aparecía y atravesaba esa puerta. La verdad es que eso nunca sucedió, entonces me fui, me subí al coche de dos extraños que tenían muchas ideas sobre mi futura vida, pero que ni siquiera se daban el tiempo de saber de mí.

Me fui de la facultad, con ese miedo latente en el pecho de no saber nada de lo que vendría, con un mensaje de mis padres que me deseaba éxito y un corazón desecho, roto que me recordaba que fuera como fuera el término del tordo y yo, en algún momento debía regresar por él, aunque pasaran meses, aunque sonara egoísta, aunque tuviera a otra yo debía volver porque se lo había prometido.

Y esa era la única ancla a la que me podía aferrar.

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Patrick

Sentí su lejanía, los pasos alejándose junto a las voces de unos desconocidos que me dejaban ahí como un cobarde tras mi puerta. Con la impotencia bombardeándome de preguntas, de enojos y dudas que me hicieron pensar tanto las cosas que no me dejaron actuar.

Porque agote las posibilidades de retenerla.

Perdí el tiempo, el tiempo de buscarla de escucharla de la manera correcta, de dejar de lado mi orgullo y no soltarla tan fácil.

Porque yo no la quería dejar ir y lo hice.

Pero fui un tonto movido por las cosas malas, porque si existían dos cosas imperdonables para mi eran el abandono y las cosas ocultas, pero entendía su manera de actuar de no querer que lo mágico perdiera el sentido.

El cuidar sus sueños, y permitirme conocer de ellos, pero no poder decidir ni tener la razón en todo.

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Entonces había un debate el cual me llevaba a quererla con todas mis ganas por todo el tiempo que pasamos juntos. Pero también por otro lado me llevaban a odiarla. Sí, por irse, por huir de las verdades que no se atrevió a decirme en la cara, por dejarme fuera de algo tan importante después de serlo todo juntos, por decirme que me quería, pero luego demostrarme que no pensaba en mí.

Cuando me conocía tanto, más que yo a mí mismo.

Pero no podía juzgarla yo muchas veces me olvide de mí, y aunque me dolió saber que se iba, era más grande el orgullo que sentía en el pecho, por saber que por fin todo lo que soñó valió de algo, porque Luz siempre tuvo alas y yo solo quería ser el testigo de verla llegar tan alto.

Jamás la quise frenar, porque sabía que en algún momento esto iba a pasar, que la vida le sonreiría a ella y yo quedaría atrás.

Y por lo mismo de algún modo Luz se olvidaría de mí. Y no porque quisiera sino porque se quedaría sin opciones y ya no podría elegir por nosotros, porque el destino solo le correspondía a ella.

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Llegaríamos a descubrir el amor, encontrar los sueños, a querernos tanto y luego a destruirlo todo porque así éramos juntos, un montón de cosas buenas que de algún modo siempre tenían tiempo.

Y eso era lo que realmente odiaba, el tiempo en contra todas esas cosas mínimas que nos llevaban a separarnos cuando sabía que ninguno de los dos quería que las cosas fueran así.

Entonces susurre "un adiós" en voz baja, un adiós que ella no escucharía. Uno que me hacía despedirme de una parte de mí que era eternamente feliz

LA CHICA DEL TORDO [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora