Big Blind

Capítulo 5

Capítulo 5 | "Traviesa mariposa"

Sergey Morosov

Los ojos de Cosima no son los de una chica joven, incluso para ser parte de la mafia, la oscuridad en ellos es demasiada.

Aprieto más mi agarre en su mentón, haciendo que sus ojos me observen directamente a mi rostro. Sé que estoy causándole dolor, ligero, pero está ahí, molesto. Aun así, sus ojos continúan manteniendo ese brillo juguetón.

Cierno mi cuerpo sobre el suyo, apegándola a la pared, mi mano libre se coloca sobre la pared, justo a un lado de su cabeza, como si de esa manera pudiera controlarme sobre no tocarla demasiado, sin embargo, mi otra mano suelta su rostro, para posteriormente envolverse en torno a su cintura, apretando la piel, lo suficiente como para saber que dejaré marca, lo suficiente para sentir como su cuerpo es pequeño en comparación al mío.

No importan los impresionantes tacones que trae puestos, que hacen que sus piernas parezcan kilométricas, sigo siendo más alto que ella. Su rostro apenas me llega al cuello, con los tacones.

Mi musculatura la oculta por completo, la deja oculta entre mi cuerpo, las sombras y la pared, no es necesario que intente ocultarla cuando varias personas transitan tras de nosotros, nadie puede verla, porque mi cuerpo la oculta.

Es pequeña.

Un pensamiento mórbido, perverso, prohibido, aparece en mi mente. ¿Me aguantaría la polla completa si decido follarla?

Sonrío contra su piel cuando la escucho aguantar la respiración, justo cuando mi boca está cerca del lateral de su rostro, hablándole al oído, haciendo que su piel se erice cuando mi aliento impacta contra ella.

― ¿Qué te ocurre conmigo, pequeña Cos? ― me burlo ― ¿Sigues teniendo ese absurdo enamoramiento infantil hacia mí?

Su cuerpo se tensa bajo mi tacto, sin embargo, me sorprende completamente cuando se recompone en pocos segundos, devolviéndome el descaro.

― Yo no lo llamaría enamoramiento infantil ― lanza el rostro hacia atrás, para observarme justo a los ojos ― Es más como una obsesión.

― ¿Obsesión?

― Quiero lo que no puedo tener, Sergey ― sonríe, sardónica, colocando una de sus manos sobre mi torso.

― Corres sin rumbo, Cosima ― gruño ― Lo que sea que buscas, no podrás tenerlo.

― Me gusta la sensación de la cacería ― chista.

― Mariposa, pero aquí la única presa eres tú ― respinga cuando ágilmente aparto su tacto de mi cuerpo, colocando sus manos sobre su cabeza, contra la pared, aprisionadas con una de mis manos ― Un peón en un juego de ajedrez que aún no has entendido.

― ¿Eso te convierte en mi cazador? ― sonríe ― ¿Seremos una versión macabra de blanca nieves? Porque la idea de que tú me caces...

― ¿Qué no lo entiendes, mariposa? ― gruño ― No puedo tocarte. No puedo siquiera mirarte. Eres una línea roja que no se me permite cruzar.

― ¿Y cuándo has hecho lo que te dicen? ― habla ― Creí que nuestra familia se caracterizaba por hacer lo que queremos, no lo que debemos. La pregunta es, ¿qué quieres hacer tú?

No le respondo.

No con palabras, al menos.

Mis labios impactan contra los suyos. Jadea contra mi boca cuando no tengo contemplaciones con ella, aprieto mi agarre en sus manos mientras la otra aprieta su diminuto cuerpo contra mí, mis dedos se aferran a su cintura mientras la apego aún más a la pared y a mi cuerpo.