Capítulo 10 | "Personalidad disociativa"
Sergey Morosov
Cosima se siente completamente ligera entre mis brazos, como si ella misma no pudiera resistir su propio peso.
Sus ojos parecen desorbitados, como si no pudiera enfocar una imagen clara al mismo tiempo que sisea de dolor, intentando, como siempre que su propia mente la ataca, llevar sus manos a su cabeza.
— Me duele, me duele — se queja, sosteniendo su cabeza — Haz que se callen, por favor.
La súplica implícita en su voz me encoje el corazón, esto le hace daño, ella misma se hace daño y ni ella misma puede hacer que se detenga.
— ¡Cállate! — grita, mirando a su reflejo en el espejo, sorprendiéndome cuando estrella su puño contra él, rompiéndolo y lastimándose en el proceso.
— ¡Cosima!
— ¡No! — se retuerce entre mis brazos cuando la alejo de todos los restos de vidrio — ¡No te daré nada!
Pelea consigo misma, con las voces en su cabeza mientras la arrastro hacia mi habitación, abriendo la puerta en una patada cuando ella continúa retorciéndose en mis brazos, manchándome con la sangre que le llena la mano.
La coloco sobre la cama, buscando en la mesa de noche el sedante que siempre guardo, sosteniéndola con fuerza mientras clavo la aguja en su brazo, viendo como sus ojos se colocan vidriosos al mismo tiempo que comienza a llorar, como si finalmente las voces se redujeran mientras busco mi teléfono.
— ¿Sergey? — habla Ekaterina, al otro lado de la línea.
— Ven ahora mismo, tenemos un problema.
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La rubia observa a la chica postrada en mi cama mientras termino de limpiar la herida de su mano, vendándola en el proceso.
— Creí que ya no usabas los sedantes para dormir — se queja Nikolai, en el marco de la puerta, observándome con enojo.
— Ya no lo hago, pero aún los conservaba.
No miento, realmente he dejado de utilizarlos. Cuando sucedió el incidente que acabó con la vida de Tania, su muerte se repetía en mi cabeza como un maldito bucle del que no podía deshacerme, como si mi condena fuera tener que vivir su muerte una y otra, y otra vez. Se repetía en sueños como una oscura película de terror. Así que comencé a sedarme, un poco, sólo lo necesario para dormir.
Al menos hasta que mis padres se enteraron de ello, hace un par de años. Recuerdo que mi padre me enseñó otra manera extraña de manejar los monstruos que acechaban en mi cabeza, recuerdo que me volví la peor pesadilla de Rusia en esa época, cuando, para lidiar con mis demonios, me dediqué a joder con los de otros.
Acabé con todas las personas que tuvieron, aunque fuera un mínimo contacto, con la organización que mató a Tania, no me importaba si eran inocentes o no, acabé con cada persona que tuvo relación con los serbios. Desaparecí, no una, si no dos mafias. La mafia sueca y la mafia serbia sólo eran un pequeño mito ahora, porque había acabado con cada uno de ellos, lo único que quedaba de ellos, era mi sobrino, Kalle.
Me tomó un par de años, pero lo hice, los acabé, con una clara promesa y amenaza de que, como alguien intentara levantar de nuevo dicho imperio, acabaría con él de nuevo, con todo el país si fuera necesario. Por mí, por mi familia, por Kalle. Nadie volvería a joder conmigo, ni con las personas que apreciaba.
Papá me convirtió en un asesino aún peor. Creí que él y mamá me juzgarían por el sadismo en mis acciones, fue cuando papá me contó su historia. Cuando me contó que él fue igual a mí, porque en su juventud, también le tocó presenciar cómo herían a lo más preciado que tenía, presenció como herían a la tía Madison y no pudo hacer nada para evitarlo. La diferencia entre ambos, que la tía Madison había logrado salir con vida, Tania estaba muerta.
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Big Blind
JugendliteraturLibro 3.5 | Spin-off de la Trilogía Amores Letales Cosima Barone ha sido la princesa consentida de la mafia toda su vida, más aún desde que una de sus hermanas mayores tomó el liderato de la Camorra, seguida de su increíble participación en la mafia...