Capítulo 7

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Capítulo 7 | "Actuar en consecuencia"

Cosima Barone

Mis ojos observan fijamente a una de mis hermanas, quien vomita todo su desayuno en el váter mientras sostengo su cabello, con una mueca de asco reflejada en mi rostro.

― ¿Ya terminaste de vomitar? ― me quejo ― Admito que, cuando imaginé volver a España, no era esto lo que tenía en mente.

Corinna intenta hablar, seguro para insultarme, aunque el vómito le llena la boca de nuevo, impidiéndolo.

― ¿Segura que no estás embarazada? ― cuestiono, ella niega ― Para mí son síntomas de embarazo.

― Tengo un implante anticonceptivo, Cos ― susurra, siendo interrumpida por una arcada ― No puedo estar embarazada.

― Esas cosas fallan.

Sin embargo, cuando una arcada la invade de nuevo, salpicando todo el retrete de sangre, no de vomito, me alarmo.

― ¡Edmund! ¡Elian! ― chillo.

Ayudo a Cora a incorporarse, sosteniendo su cuerpo mientras lavo su rostro, eliminando el vómito y la sangre sin un ápice de asco. El cuerpo de Corinna comienza a sentirse más pesado contra mí.

― Ni se te ocurra desmayarte, Cora ― gruño.

Los gemelos se aproximan en trompicones a la puerta, con el ceño fruncido, al ver la escena, veo como sus rostros se tiñen en preocupación. Edmund es el primero en avanzar hasta su esposa, cargándola entre sus brazos como si su peso no le supusiera ningún problema.

― Quiero a todos en las camionetas ― comienza a rugir Elian a su teléfono, delegando tareas a sus hombres mientras arma un perfecto escudo de seguridad ― Y que alguien llame a la clínica de Morell.

Ambos comienzan a moverse escaleras abajo, al menos hasta que Elian frena de golpe, dirigiéndose a su hermano.

― Dirígete al hospital ― gruñe ― Te alcanzaré allá, dejaré a Milán y Marina en casa de mamá y...

― Ambos, a las camionetas ― le hablo ― Yo cuido a los niños.

Ambos asienten, corriendo hacia la camioneta mientras Cora susurra que le duele mucho el estómago.

― ¿Tía Cos? ― susurra Milán, al pie de las escaleras, con su hermana tras él, aferrándose a su hermano ― ¿Mamá está enferma?

Tomo una pequeña respiración, intentando controlar la horrible sensación que me recorre el cuerpo debido a la preocupación que siento por Cosima.

― Sí, Milán ― le sonrío, intentando tranquilizarlo ― A veces, incluso nosotros los adultos, nos enfermamos. ¿Recuerdas alguna vez que te hayas resfriado?

Milán asiente, sentándose a mi lado en las escaleras, mientras cargo a Marina sobre mi regazo.

― Una vez me dolía mucho aquí ― se señala su abdomen ― Por comer muchos dulces que me regaló la abuela.

― Eso mismo le pasa a mamá ― le explico, realmente esperando que sea eso ― Puede que haya comido algo que le hiciera doler el estómago.

Marina no habla, simplemente esconde su rostro en mi cuello. De ambos, Milán es el más comunicativo.

― ¿Qué les parece si vemos una película? ― les sonrío ― Podríamos cocinar una pizza, hace mucho no hacemos desastres de harina, ¿qué les parece?

― Papá se enfadará si ensuciamos la cocina ― se ríe Marina, refiriéndose a Edmund, el señor obsesionado con el orden.

― Limpiaremos antes de que lleguen, ¿sí?

Big BlindWhere stories live. Discover now