Sebastian.

1.2K 36 0
                                    

Sabía que lo que estábamos haciendo no era moralmente correcto, pero, aún así dentro de mí disfrutaba hacerlo. Cuando conocí a Sebastian nunca nadie me advirtió del peligro de tenerlo cerca. Primero todo empezó con charlas amenas que poco a poco se convirtieron en citas, besos y otras cosas...

Cuando Sebastian me advirtió que lo nuestro no era nada serio, me pregunté el por qué, y este me lo explico unos días después.

El Gran Premio de Italia, Monza era mi favorito sin duda alguna, pues era mi país natal y sentía la emoción de los italianos con los que tanto me sentía identificada. Sebastian acababa de entrar a la escudería Ferrari, y ese uniforme rojo lo hacía ver más sexy de lo que ya era. Todos los fanáticos de Ferrari gritaban su nombre, y él se veía como un Dios.

—Ya sabes que estos tres días tendrás la agenda ocupada, ven te muestro el cronograma.— Le digo a Sebastian, quién inmediatamente se coloca a mi lado para mirar la tablet y el cronograma.

—¿Qué harás esta noche?— Me pregunta.

—Descansar para mañana.— Le respondo inocentemente.

—Duerme conmigo hoy.— Pide.

—Seb... Sabes que muy pocas veces dormimos.— Le digo riendo.

—He estado pasando por mucho estrés, tú podrías ayudarme.— Me toma de la cintura y me pega a él.

—Eres insoportable, pero está bien, acepto.— Le digo y este sin esperar más, me pone contra la pared y me besa con fuerza.

—Vamos al baño.— Pide urgentemente, y yo entiendo que es lo que quiere.

Lo sigo al baño y este cierra la puerta con seguro, para evitar que otras personas entren. Sebastian casi arranca mi camisa y pantalones. Sentía el calor en el ambiente a pesar de traer sólo un tanga que cubría poco.
Sebastian me puso contra la barra del baño, quedando frente a frente con un espejo que mostraba mi cara y mis senos. El piloto, con desespero, se bajó el pantalón y se introdujo fuertemente en mi, él sabía como me gustaba.

Este arremetía de una manera brusca contra mí, yo solamente podía gemir y pedir por más. A los pocos minutos, se escucha un toqueteo en la puerta y ambos nos quedamos de piedra, pero Sebastian sigue entrando y saliendo de mí, tal pareciera que eso solo le generó más placer.

—¿Quién está dentro?— Pregunta una voz femenina afuera.

—Y-yo, en un ratito salgo.— Le grito con debilidad en mi voz, pues no es nada fácil tener a un tipo con un gran miembro dándote como si se fuera a acabar el mundo y tener que hablar con claridad.

Los pasos de la puerta se alejan y Sebastian y yo volvemos a la normalidad.

—¿Te gustó?— Pregunta el piloto de Ferrari acomodando su pantalón.

—Mucho.— Le respondo dándole un pequeño beso en los labios.

Ambos nos despedimos y salimos del baño sin levantar sospechas, para dedicarnos a hacer nuestro trabajo.
Cuando voy al garaje me encuentro a una hermosa chica que me pide por el paradero de Sebastian, no quería ser celosa, pero, ¿Para qué lo estaba buscando? Me pregunté, le dije por donde lo había visto y se fue dejando un aroma cítrico en el lugar.

Luego de un buen rato trabajando por fin pude salir a descansar el resto de la tarde y supuse que Sebastian también, sin embargo, no lo había visto después de ese fugaz encuentro, así que decidí ir al hotel para entrar en su habitación.

Sé perfectamente cuál es la habitación de Sebastian, por lo que me dirijo a ella y tocó la puerta vario rato sin recibir respuesta, cuando ya estaba por irme a mí habitación y esperar que Sebastian se presentara en la mia, alguien abre la puerta, y me sorprendió que ese alguien era una mujer, una mujer recien duchada y a la que había visto preguntando por Sebastian horas antes.

—Hola, ¿En qué te puedo ayudar?— Pregunta amablemente.

—Hola, yo trabajo con Sebastian, venía a buscarlo, pero, creo que me equivoqué...— Le expreso con confusión.

—¡Oh! Mucho gusto, soy Anna, la prometida de Sebastian.— Responde y yo no logro comprender.

—No, que pena, yo busco a Sebastian Vettel.— Le digo con vergüenza.

—Sí, él es mi prometido, el piloto de Ferrari.— Responde y yo me quedo en silencio.

—Oh... Pues, no es nada, venía simplemente a comentar unas cosas con él pero puedo esperar a mañana. Hasta luego.— Me despido rápidamente y con valentía me voy hacia mi habitación.

¿Sebastian comprometido? ¿Desde cuándo? ¿Por qué no me lo dijo? Muchas preguntas rondaban en mi cabeza y no me dejaban estar tranquila, intenté llamar a Sebastian en múltiples ocasiones pero al parecer tenía el teléfono apagado, no quería creer en las palabras de esa mujer, pero algo dentro de mí sabía que era totalmente verdad. Sebastian no solo me había engañado a mí sino también a su actual prometida.

Luego de pasar horas en mi habitación al borde de las lagrimas y de la locura, el timbre suena y, reúno todas mis fuerzas para ir a abrir la puerta, con la esperanza de que sea Sebastian y yo pueda confirmar que él está soltero.
Cuando abro, veo que si es él, inmediatamente me lanzo a sus brazos y este no me corresponde el abrazo.

—¿Estás bien?— Le pregunto al notar que no me abrazo de vuelta.

—Sé que ella ya te lo dijo.— Responde y todas mis esperanzas se difuminan.

—Asi que es cierto....— Concluyo.

—No sabía como decírtelo, Chiara... Yo te quiero, de verdad.— Me dice pero yo no le creo.

—¡Eres un mentiroso!— Le grito a punto de explotar en lágrimas.

—Escuchame, por favor. Sabía que reaccionarias así.— Dice y yo lo miro como si lo fuera a matar, que ganas no me faltan.

—¿Cómo más crees que voy a reaccionar? Por favor, Sebastian, acabamos de follar hace un par de horas y lo llevamos haciendo desde hace meses, y ahora me doy cuenta de que todo este tiempo estuviste comprometido.— Le reprocho con asco.

—Es que no entiendes, yo te quiero a tí, pero debo estar con ella.— Intenta hacerme dudar, pero yo mantengo mi postura.

—Jamás creí que me podrías hacer esto.— Le confieso.

—Podemos seguir con nuestra relación, juro que esa mujer pronto se irá de mi vida.— Me propone y yo solo puedo sentir asco.

Ambos nos miramos fijamente y este intenta acercarse pero yo no se lo permito, así que este me toma fuertemente de los brazos e intenta besarme. Lo empujó y abro la puerta de la habitación.

—¡Me das asco, vete de mi habitación!— Le grito y este se queda sorprendido.

—Hablemos las cosas con calma, Chiara...— Pide.

—No hay nada que hablar, Sebastian. Esto se acabó aquí.— Le respondo.

Sebastian sale de la habitación y yo inmediatamente cierro la puerta y me recuesto en ella llorando. Más tarde iría a decirle a su prometida la clase de tipo con el que estaba.

...
Ay, que penita poner a Seb como el malo, sabiendo que es una ternurita, pero después haré uno donde sea bueno, jeje.

Pueden dejar recomendaciones en los comentarios, los leooo. <3

One Shots || Fórmula 1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora