Odiaba cada vez más la situación que estaba enfrentando. Realmente no era una chica celosa, pero cuando se trataba del rubio, claro que lo era. Algo en mi irradiaba enojo cuando las demás chicas se le acercaban con otras intenciones que se podían ver a simple vista.
Me dirigía al garaje, allí estaba Max hablando con una castaña que era amiga de su hermana, sin embargo se podían notar los ojos con los que miraba al rubio, ¡a mí rubio!
Max, sin sospechas de lo que la ojiverde trataba de hacer le seguía la corriente como si fueran amigos de toda la vida, definitivamente, los hombres son ciegos para algunas cosas.Llegó algo enojada y tomo a Max del brazo, la castaña me mira curiosa.
—Hola, bebé.— Lo saludo con un beso en los labios.
—Mi amor, no esperaba verte tan temprano aquí.— Me saluda extrañado.
—Te extrañaba mucho.— Le confieso.
—Ella es Kelly, una amiga de Victoria.— Me la presenta, la chica parece un poco disgustada por mí presencia en el lugar.
—Ya veo.— Respondo cortante, la verdad no me interesaba interactuar con esa mujer.
Jalo a Max hacia el pequeño cuarto de relajación que le pertenece, allí Max me mira confundido.
—¿Tienes algo?— Pregunta.
—¿Fue muy interesante la charla con tu amiga, Kelly?— Le pregunto con ironía.
—No sé de que hablas.— Responde cínico.
—¿Tampoco sabes de cómo sus manos se atrevían a tocar tus brazos?— Me planto en su frente con los brazos cruzados.
—Solo estábamos hablando.— Responde.
—Créeme que eso lo pude notar, Max Emilian.— Le digo enojada.
—No te enojes, ella simplemente me interceptó para hablar, además, no creo que tuviera alguna intención más allá.— Dice intentando excusarse.
—¿En serio crees eso? Te estaba comiendo con la mirada, por Dios.— Le confieso.
—¿De dónde sacas eso?— Pregunta.
—Te vi hablando con ella por más de cinco minutos, y conozco muy bien la mirada que te dio esa mujer, era una mirada de coqueteo.— Le digo para hacerlo entrar en razón.
—¿Estas celosa?— Pregunta sonriendo.
—Ese no es el punto, Max. No quiero que le vuelvas a hablar, y si lo haces que sea para mandarla al carajo.— Le pido.
—Te ves sexy estando celosa, créeme que estoy a punto de hacértelo aquí.— Dice con voz grave, inmediatamente se me olvida que estábamos discutiendo.
—Max, tienes la clasificación en 30 minutos.— Le aviso mirando mi reloj.
—¿Y desde cuándo eso es un problema?— Pregunta con una mirada erótica.
—No me hagas olvidar el porqué estamos aquí.— Le pido.
—Te haré olvidar muchas cosas.— Susurra dejando besos en mi cuello.
Rápidamente Max me despoja de mi ropa, yo de la suya. El rubio moja sus dedos con su saliva y los pasa por mi intimidad, humedeciendo con desesperación, dos de sus dedos se adentran en mí con rapidez y puedo jurar que mis gemidos se escuchan allá afuera. Cuando siento que mis piernas no pueden más tomo el valor para arrodillarme y dirigir su miembro hacia mi boca, empiezo un vaivén lento, meto lo que puedo y lo que no lo tomo con mis manos. Las arcadas se hacen presentes y eso hace que Max se excite cada vez más, casi llegando al momento culminante.
—Levántate, quiero terminar dentro de tí.— Me pide, yo le obedezco inmediatamente.
Max me pone contra la pared dándole la espalda a él, toma su miembro y lo dirige hacia mi entrada ya dilatada y lista para ser poseida por su longitud goteante. Se adentra lentamente arrebatándome un gemido, luego empieza con sus estocadas fuertes.
—Más rápido, por favor.— Le pido al borde de las lágrimas, hacia casi dos semanas que no estaba con Max y está era una de las cosas que Max extrañaba de él, hacer el amor.
Max obedece mi petición y aumenta el ritmo, minutos más tarde siento su calidez derramándose dentro mío, agradezco estar tomándome las pastillas. El neerlandés sale de mi con cuidado y toma una toallas húmedas con las que me limpia suavemente, yo me quedo sentada en la pequeña cama con todo el cuerpo temblando por la sensación reciente.
El rubio se pone de nuevo su uniforme y deja un beso en mi frente, cosa que me da ternura.
—Te amo.— Confiesa.
—Te amo más, Maxie.— Le respondo mientras salimos del cuarto.
Inevitablemente, las personas nos miran, mis mejillas se ponen más rojas de lo que están, veo a la ojiverde mirarnos con una cara de disgusto, y mentiría si dijera que no me alegra haberle dejado claro que Max me pertenece a mí, y yo a él.
Max sale a pista y de nuevo vuelvo a querer estar entre sus brazos, creo que con un hombre como él nunca nadie estaría saciado por completo.
....
Max está demasiado hermoso, wtf, solo mírenlo.Daría mi alma por estar con ese hombre, lo juro.
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One Shots || Fórmula 1
FanfictionHistorias cortas de todo tipo con nuestros amados pilotos.